David Pinillos dirige y co-escribe un film pequeño, que sin vocación de ser una obra maestra llega mucho más lejos que otros con más pretensiones gracias a su sencillo encanto, los bien construidos personajes principales, el encanto de las localizaciones y la sensación de cariño y cuidado que transmite su realización.
Dani (Unax Ugalde) es un cocinero que empieza una nueva andadura en un prestigioso restaurante en Zurich. Enseguida hace dos amigos: el simpático Hugo (Giulio Berruti) y la indudablemente encantadora sumiller Hanna (Nora Tschirner). Pero pronto, "amistad" deja de ser la palabra adecuada para describir los sentimientos de Dani hacia Hanna… sobre todo, a raíz del descubrimiento de que Hanna mantiene un romance con el jefe de ambos.
La película dura lo que tiene que durar, ni más ni menos. Los diálogos suenan naturales, con gracia e inteligencia (pese a incluir algún que otro lugar común), y la evolución de los personajes de Dani y Hanna es adecuada, y huye bastante de los tópicos; el final de la película está perfectamente en consonancia con el resto del film. Coproducida por numerosas empresas y rodada entre Zurich, Bilbao y Munich, Bon Appétit se beneficia de un estupendo trabajo de montaje, un buen aprovechamiento de las localizaciones y un guión que habla del amor, de la amistad, del desamor, de la sinceridad y de las dudas, y de que incluso las historias de amor que no acaban bien pueden traer buenos recuerdos a quienes las viven. Todos los actores están bien en sus papeles, destacando, como es natural, la pareja protagonista: un convincente y natural Unax Ugalde y una inspirada Nora Tschirner.
La película, que en general ha cosechado buenas críticas, tiene un aire indie muy marcado (montaje, iluminación, música) que no resulta impostado, sino que casa bastante bien con la melancolía que desprende su relato sin ser tan cargante como sucede en otros filmes que apuestan por esa estética.
Muy recomendable.
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