Hace ya un buen puñado de años, Arnold Schwarzenegger, ya consolidado como la estrella suprema del cine de acción de entonces, protagonizaba y producía esta curiosa y entretenida película, que parte de una buena idea (aunque no excesivamente original) y que no acaba de aprovecharla en su totalidad.
Danny Madigan (Austin O'Brien) es un chaval que adora las películas de su héroe favorito, Jack Slater (Arnold, claro). Jack es un poli expeditivo, de esos que abundaban en el cine de los 90: bocazas, individualista, intrépido y duro hasta la médula, y está a punto de ser la estrella de su cuarta película, a cuyo pase de prueba en el cine de su barrio es invitado Danny por el anciano proyeccionista, Nick (Robert Prosky). Lo que Danny no imagina es que Nick le va a hacer un regalo muy especial: una entrada de cine mágica que le va a trasladar… ¡a la película que está viendo!
JACK: ¿Quién rayos eres?
DANNY: ¡No me dispares! ¡Soy Danny Madigan, soy un niño!
¿Puedo hablar con el traficante de drogas de la casa, por favor?
DANNY: ¿Dónde están las mujeres normales?
No existen, porque estamos en una película.
JACK: No, estamos en California.
No existen, porque estamos en una película.
JACK: No, estamos en California.
Es precisamente en esta segunda parte de la historia donde El último gran héroe flojea: no le saca todo el partido a la interacción entre el ficticio Slater y el mundo real. Pese a los divertidos momentos en los que "Slater" salva a "Arnold" en el estreno del film de cuyo pase de prueba ha escapado (con numerosas apariciones de personajes bien conocidos "as themselves", y alguna que otra bufonada de Arnold sobre su propia figura pública, que daba cuenta de su estatus intocable), la resolución del relato no arriesga nada y devuelve cada cosa a su sitio. La realidad es la realidad, la ficción es la ficción, y cada una está bien en su sitio. Danny volverá a su vida, pero ahora ya no le parecerá tan chunga, y Slater ya no estará compungido por haber perdido a su hijo, por no tener vida privada, por no ser "real", en suma… porque sabe que todo es ficticio. Y en vez de deprimirse por ello, como le sucede en el mundo real en un primer momento, se pone contento.
"Ser... o no ser... No ser"
Que nadie se equivoque. El film resulta en todo momento un tanto simplón, con una ironía hacia su fuente de origen que parece más sardónica de lo que es (como Kick-Ass, el cómic, mismamente) aunque comparado con la mayoría de las películas "de acción" de su época y muchas de hoy en día, parece una maravilla, gracias a su entretenido discurrir, sus divertidos diálogos de machotes y su carácter conscientemente paródico… Sus resultados en taquilla quedaron lejos de lo esperado (y de su presupuesto), y no encontró la acogida esperada ni marcó un antes y después, como sí había hecho el anterior gran éxito de Arnold, Terminator 2.
¿Quizá se adelantó a su tiempo? ¿Se arriesgó demasiado? ¿O el público "palomitero" no se la tomó como lo que era, una broma, un guiño de colegueo al cine de acción descerebrado imperante en los 80 protagonizado por una de sus grandes estrellas? En cualquier caso, en El último gran héroe encontramos tantos defectos como virtudes, y dista mucho de ser un film redondo. Sin embargo, pese a no sacarle todo el partido posible a su punto de partida, sobre todo en su parte final, y a pesar de lo caduco de muchos de sus efectos visuales, incluso hoy proporciona un saludable entretenimiento, bien llevado, animado por divertidos diálogos y numerosas caras conocidas en papeles secundarios (como un divertido Anthony Quinn).
DANNY: No, esto está mal. Este eras tú.
JACK: ¿Bromeas? Pero si es su mejor papel.
JACK: ¿Bromeas? Pero si es su mejor papel.
Y desde luego, casi veinte años después de su estreno, aún merece la pena repasar El último gran héroe, mientras que otros filmes de acción de principios de los 90 (ejemplos a vuelapluma: Arma letal 3, Alerta máxima, Demolition Man, Sol Naciente, Blanco Humano, Robocop 3…) hoy aparecen caducas y pasadas de moda. Productos coyunturales que se apoyaban en el (ejem) carisma de sus estrellas (incluido Arnold, naturalmente), repitiendo sin cesar la misma fórmula sin mayor aliciente.
Aquellas peliculuchas, la mayoría de ellas repetitivas, casposas, misóginas y parafascistas (y lo que es peor, aburridísimas) pronto quedaron eclipsadas, primero por los dinosaurios de Parque Jurásico, luego por los nuevos blockbusters apocalípticos nacidos de la factoría Bruckheimer (ya sin Don Simpson) y por el retorno de George Lucas y sus Star Wars, y actualmente por la pléyade de remakes y de films basados en series de TV, en superhéroes, en el renacimiento de viejos (perdón, "clásicos") mitos…Precisamente, dos filmes de John McTiernan, La Jungla de Cristal y Depredador, sobresalen entre lo poco relamente salvable de aquel género, y el mismo McTiernan creó la última película "de acción" bien hecha, dos años después de El último gran héroe: la imprescindible La Jungla 3: Alerta Roja.
Repito: merece la pena repasarla y pasar un rato de lo más entretenido. Además, como es natural, aparece el Chino Melenas, tan icono de aquel caduco cine de acción ochentero como el mismo Arnold…
3 comentarios:
Es una película que sin llegar a ser un imprescindible se hace entretenida. Me hizo gracia ver la escena a la que se refiere la última foto. En otras películas de Stallone y Chuache, se hacen referencias entre ellos; en Demolition Man (que a mí me encanta) por ejemplo, recuerdo que mencionan el Museo del presidente Schwarzenegger para mofa de Stallone.
Adoro esta película, y todavía guardo con cariño mi action figure del chuache caracterizado como Hamlet...
Algo huele a podrido en Dinamarca y Hamlet va a sacar la basura...
Lo dicho, tocayo: una peli que se recuerda con cariño, a diferencia de otros "pestiños" de la época. COMMANDO, EJECUTOR, sólo por mencionar otros dos filmes de arte y ensayo de Arnold.
Lo de Hamlet, Yota, es puro arte. El otro día me volví a partir de risa con ello. Y con lo de Mozart, también.
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