Dos novelas eminentemente autobiográficas. Dos libros escritos por uno de los máximos exponentes de la ciencia-ficción, James Graham Ballard, pero anclados en la realidad, su realidad, su vida. Dos obras tan atractivas como cualquiera de las numerosas obras de su autor.
El primero de ellos, El Imperio del Sol, fue adaptado al cine por Steven Spielberg y narra la infancia del autor, que, en tercera persona, nos cuenta sus años durante la ocupación japonesa de Shanghai, ciudad donde vive con sus padres, acomodados diplomáticos a quienes la repentina invasión japonesa coge completamente a contrapie. Separado de su familia, el joven Jim, que adora los aviones, tiene que buscarse la vida en el campo de prisioneros en el que es internado…
La novela, estupendamente narrada, es enormemente detallista, y si la comparamos con la excelente autobiografía casi póstuma del autor, Milagros de Vida, muchos elementos de la peripecia del joven Jim de la novela difieren bastante de la historia del verdadero Ballard. Por ejemplo, el internamiento de Jim en el campo de Lunghua fue de la duración que relata la novela, pero no estuvo separado de sus padres. Pero esas licencias dramáticas no empañan el excelente resultado del libro, un relato de supervivencia ante el horror de la guerra y un fascinante retrato del ambiente de Shanghai en los años previos a la ocupación japonesa. Lo original de la historia es que Jim se revela como un superviviente nato, a diferencia de muchos compatriotas suyos, y disfruta la guerra a su manera; por ejemplo, jaleando a los bombarderos sin importar de qué bando sean.
Años después, ya en primera persona, el escritor retoma la historia de su vida en La bondad de las mujeres. Con su habitual estilo nervioso, sus descripciones certeras y su personal visión del progreso y de las relaciones humanas, el autor de El Mundo Sumergido relata varios episodios de su vida adulta, a saltos, con una vívida impresión de memoria sincera, sin adulterar. Tras terminar con su infancia, Ballard nos narra su paso por la fuerza aérea británica, y años después, nos relata la repentina muerte de su adorada esposa Miriam, que le sume en la desesperación de la que sólo consigue salir gracias a la bondad de las mujeres a su alrededor.
Más adelante, conoceremos su amistad con un autodestructivo individuo que inspira una de sus novelas más populares y logradas, Crash; el amor y la fascinación del autor por sus hijos, que crecen rodeados del influjo mágico de los estudios Shepperton, muy cercanos a su casa; y finalmente, su asombro al visitar el plató de rodaje de El Imperio del Sol y encontrarse con su infancia fielmente reconstruida, y con un niño actor que le saluda y le dice… "soy usted". Curiosamente, Ballard obvia todo lo referente a su trabajo como escritor, al cual se refiere únicamente de pasada en algún que otro pasaje del libro.
Dos novelas de lo más recomendables, en particular la segunda, y naturalmente, imprescindibles para fans de JG Ballard, por su calidad y por lo que revelan acerca del fascinante autor.
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