"You're going to need a bigger boat."

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jueves, 10 de julio de 2008

Películas recién vistas: BARBARROJA



Continúo descubriendo algunas de las películas del maestro Kurosawa que aún no había tenido oportunidad de ver. Después de la estupenda Kagemusha, le ha tocado el turno a Barbarroja, la última de las obras en blanco y negro del genial director japonés. Tres horas de reloj, y no le sobra ni un minuto, oigan.
El joven médico Yasumoto (Yuzo Kayama) tiene el mundo en sus manos: buenas perspectivas matrimoniales y profesionales de las que se siente orgulloso; pero todo cambia repentinamente, y en vez del próximo médico personal del propio shogun, se ve convertido en ayudante en una clínica de poca categoría, dirigida por el barbudo, extraño e irascible médico Kyojio Niide (el inmortal Toshiro Mifune), apodado Barbarroja por todo el mundo, debido a su poblada barba. Pese a unos inicios difíciles, el reticente Yasumoto terminará por integrarse en el ambiente de la clínica, inspirado por el ejemplo del íntegro y comprometido Barbarroja...
Una historia contada mil veces bajo mil prismas diferentes, pero a la cual el maestro Kurosawa dota de una emotividad cálida y sencilla, sin sensiblerías, sin ocultar las difíciles condiciones sociales alrededor de la clínica ("¿A qué huele?", pregunta Yasumoto al llegar a la clínica; "es el olor de la pobreza", le contestan), pero apostando por un mensaje esperanzador. Como mi admirado Charles Dickens en Oliver Twist, Kurosawa predica el hacer el bien por el bien: cuando alguien trata a los demás con humanidad, provoca que todo el mundo alrededor se comporte mejor con los demás. Prácticamente todas las relaciones entre los personajes de la película se van encadenando en este sentido: de Barbarroja a Yasumoto; de éste a Otoyo, la joven rescatada del burdel, y viceversa; y de ella a Chobo, el joven ladronzuelo. Sin caer en episodios lacrimógenos forzados ni memeces, la película mantiene un tono de emoción similar a las mejores obras de John Ford o a las novelas del mencionado Dickens, con grandes momentos dramáticos como la escena de la muerte del desdichado Hayashi o el terrible destino de la familia de Chobo, y otros más ligeros, como la charla final entre el gruñón Barbarroja y el sonriente Yasumoto, o la aguerrida defensa de Otoyo por parte de las lavanderas de la clínica, cuando la madame del burdel trata de llevársela...
El reparto, plagado de caras conocidas de la época "blanco y negro" del maestro (entre ellos, el genial Takashi Shimura, en un pequeño papel), compone estupendamente sus personajes. Obviamente, como siempre, destaca enormemente Toshiro Mifune, con su típica actuación hecha a base de miradas y escasos gestos. Además, el guión le concede unas cuantas escenas realmente memorables, como aquella en la que, durante el rescate de Otoyo en el burdel, se deshace en solitario de los matones de la madame, y acto seguido se pasea entre ellos, seguido del asombrado Yasumoto, examinando las fracturas y magulladuras consecuencia de sus golpes y llaves, y musitando que un médico no debe comportarse así... este hombre era un auténtico monstruo de su oficio.
Una verdadera gozada de película. Con eso, está todo dicho.

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