
Lo que Bruce Springsteen y la E Street Band hicieron la otra noche en San Mamés puede tener muchos calificativos. Pero todos ellos se pueden resumir en una sola palabra: entrega. La conexión con el público fue completa desde el primer instante hasta el último. El repertorio registró numerosos cambios respecto a los demás conciertos de la gira europea, con un adecuada mezcal de clásicos, canciones "de estadio" y rarezas, y el show duró tres horas largas: tres horas de sonrisas, de complicidad, de gamberradas varias y numerosos guiños al público que vibraba y hacía vibrar San Mamés... Un lugar tan poco dado, por desgracia, a acoger espectáculos musicales; parece que algunos piensan que, de hecho, eventos de este tipo "molestan" al fútbol; sólo los más ignorantes entre los ignorantes pueden ser TAN ignorantes... por suerte son una pequeña minoría de energúmenos quienes así rebuznan (de hecho, se oían comentarios del tipo "ojalá saliéramos tan contentos siempre de San Mamés", una vez terminado el concierto...). El respetable aplaudió, aulló, rugió y respondió sin descanso a un igualmente incansable Bruce.
Con media hora de retraso respecto al horario previsto, algo inhabitual en los conciertos de Bruce, dio comienzo el show con una sorpresita especialmente dedicada a la ciudad anfitriona. Sonriente, el diminuto Nils Lofgren tocó con su acordeón una festivalera versión de... Desde Santurce a Bilbao. Un detalle para meterse a los públicos de la vieja Europa aún más en el bolsillo, un guiño que se ha ido repitiendo en todos los conciertos europeos este año, que naturalmente funcionó a la perfección, acogido con carcajadas y aplausos, que se convirtieron en verdaderos aullidos y rugidos cuando Bruce y el resto de la banda ocuparon sus lugares en el escenario. Con el saludo en euskera, "Kaixo Bilbao, hemen nago, eta pozik" ("Hola Bilbao, aquí estoy, y contento"), un Bruce sonriente y relajado puso en marcha la locomotora rockera con The Ties that Bind, seguida de la inmortal Badlands (coreada a voz en grito por el público) y el clásico Hungry Heart, cuya primera estrofa, como es costumbre, la cantaron (cantamos) los asistentes.
Vinieron después dos americanadas, en el buen sentido de la palabra: un toque rockabilly para Working on the Highway, y una vibrante versión de Outlaw Pete, una de las piezas más logradas de su último disco. Frente a la espectacularidad de escenarios y efectos especiales de otras megagiras, Bruce sigue apostando por la sobriedad: acompañó con paisajes icónicos de Norteamérica proyectados en una pantalla gigante detrás del escenario (y un sombrero de vaquero) la historia crepuscular del forajido Pete. En otros momentos la pantalla mostró al entregado público, que también coreó a voz en grito Working on a Dream, la canción que Bruce puso al servicio de Barack Obama (y que Patxi López también, digamos, "adoptó" en su campaña)... y rugió bien alto cuando Bruce, en su español macarrónico como siempre, anunció: "esta noche vamos a liarla". La conexión el de New Jersey con el público, su envidiable saber hacer en el escenario, su irrefrenable y arrolladora energía siguen intactas, aunque lleve ya más de 30 años en el oficio. Quien dude de ello, no tiene más que acercarse a verlo en cualquiera de los demás conciertos que quedan por celebrarse en España estos días.

Siguiente tanda, sin solución de continuidad: Murder Incorporated y su rock poderoso, la nueva versión de la triste historia de Johnny 99 convertida en un traqueteo imparable a ritmo de locomotora, imitando Bruce, Steve Van Zandt y Max Weinberg el sonido de la máquina a base de guitarrazos y baquetazos en unos minutos absolutamente soberbios, que continuaron, para absoluto delirio del respetable, con la conocidísima e intensa Because the Night, que de nuevo fue coreada bien alto, y contó con un solo de guitarra genial a cargo de Nils Lofgren. Hasta entonces, el concierto iba bien... pero a partir de ahí fue a mejor.
Porque llegaron dos sorpresas, dos canciones poco habituales en los recientes shows de Bruce, que permitieron al respetable respirar por primera vez: Factory, en una versión acústica, solemne y maravillosa, y This Hard Land, maravillosamente ejecutada, con un Bruce completamente entregado, que acto seguido disparó Raise your Hand y se paseó alegremente por las primeras filas, repartiendo saludos y sonrisas, y recogiendo a cambio las pancartas de los aficionados, con títulos de canciones propias y ajenas, que el artista acumuló después a los pies del estrado de la batería.
Y entonces, empezó el delirio: por un momento, fue Navidad en julio cuando Bruce mostró una petición de lo más original para Santa Claus is Coming to Town, que tocaron a continuación, entre risas; la canción navideña fue seguida por la indescriptible algarabía que provocaron los primeros sones de armónica de Thunder Road, clásico entre los clásicos; y luego vino la sorpresa absoluta: Does this Bus stop at 82nd Street?, pieza extraida de su primer LP de ¡1973!. Por si a alguien podía quedarle alguna duda, a estas alturas ya estaban despejadas todas. El show iba viento en popa. Bruce y la banda siguen siendo los de siempre. Y siguen sabiendo sacarle partido a su interminable repertorio.
Otra pancarta hizo brotar una telúrica My love will not let you down, en la cual Max Weinberg protagonizó una exhibición descomunal de fuerza que hizo vibrar el estadio, desmintiendo por la vía de los hechos informaciones de algún indocumentado que afirmaban que su sustitución por otro batería en algunos conciertos (por cierto, es su propio hijo Jay quien le reemplaza, información para indocumentados) se debe a problemas de salud y no a la verdadera razón, sus compromisos televisivos con Conan O'Brien. Después, momento festivo con Waiting on a Sunny Day, con un público exultante coreando, y el divertido momento en que Bruce dejó a un chaval cantar dos estribillos de la canción, y luego le sacó a saludar al respetable (seguramente el niño es hijo de algún amigo; por allí andaba Manel Fuentes, por ejemplo, y suele ser normal en los conciertos de Bruce que salude a gente en las primeras filas). Y después, otro clásico inmortal: The Promised Land, y otro afortunado chaval recibiendo la armónica de Bruce de regalo.
El show remontó a nuevas alturas con The River, en una versión algo más lenta y solemne que en otras giras, recibida con gran agrado por el respetable, que después se vio sacudido por una sucesión de verdaderas balas de cañón rockeras y vibrantes, disparadas sin descanso: Radio Nowhere, Lonesome Day, The Rising y Born to Run. Se agotan los calificativos. Menuda andanada.
La banda saludaba, pasada ya la medianoche... como si eso fuera el final del show. Todos sabíamos (y ellos también...) que la cosa aún no acababa ahí.

Fin de fiesta. El público, sudoroso y agotado pero feliz, aclamaba a la banda, que saludaba y acto seguido se retiraba con un "Os queremos" dedicado por Bruce a la audiencia. Un último saludo de Bruce en solitario, guitarra en alto... y hasta la próxima.
Que sea pronto.

LISTADO COMPLETO DE CANCIONES
De Pointblankmag.com
Desde Santurce a Bilbao
The Ties That Bind
Badlands
Hungry Heart
Outlaw Pete
Working on the Highway
Working on a Dream
Murder Incorporated
Johnny 99
Because the Night
Factory
This Hard Land
Raise Your Hand
Santa Claus is Comin' to Town
Thunder Road
Does This Bus Stop at 82nd Street?
My Love Will Not Let You Down
Waitin' on a Sunny Day
The Promised Land
The River
Radio Nowhere
Lonesome Day
The Rising
Born to Run
BISES:
You Never Can Tell
Jungleland
American Land
Rosalita (Come Out Tonight)
Dancing in the Dark
Twist and Shout
4 comentarios:
Limpia las babas del ordenata¡¡¡¡
Filisteo, que eres un filisteo... jaja!
Estuve en eel Pitt!!!!Era la primera vez que le veía en mi vida y fué increíble!Qué pasadón!Está hecho un chaval...creo que ha cumplido 40...ja,ja,ja!Gora Bruce!y vulelve prontísimo!Nosotros estuvimos más "poxik" de tenerte aquí.!
Jaja. Te diré Amaia, que el tipo ese que hizo temblar San Mamés, el mes de septiembre pasado... cumplió ¡¡60!!
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