Películas recién vistas: UP IN THE AIR

Ryan Bingham (un perfecto George Clooney; soy un fan, qué le vamos a hacer) no pasa en casa ni dos meses al año. Casi no ve a su familia. Ha rebasado la edad prudencial (si es que la hay) para casarse y formar una familia. Y no parece tener intención de hacerlo. No tiene compromisos. Se siente feliz (o eso parece) viajando, de avión en avión, de hotel en hotel, acumulando millas de viaje, tarjetas de clubs de hoteles, sin ataduras, solo con su maleta perfectamente organizada, a su aire. ¿Por qué viaja tanto? Pues porque se dedica, lisa y llanamente, a despedir a la gente. Va de empresa en empresa, mira a la cara a un empleado recién despedido... y le habla de oportunidades, de futuro, de puertas que se abren. Es el mejor en lo que hace. Le encanta su trabajo.

Pero dos elementos amenazan la vida ordenada y equilibrada de Ryan. Por un lado, la ambiciosa Natalie (Anna Kendrick), la joven recién llegada con una idea pionera, la de abandonar el despido "cara a cara" para abaratar costes... haciéndolo desde la central, por videoconferencia; por otro, la atractiva, madura e independiente Alex (Vera Farmiga), un alma gemela que se cuela poco a poco en la ordenada vida de Ryan.

Este es, a grandes rasgos, el esquema que presenta Up in the Air, la nueva obra de Jason Reitman, director de películas tan conocidas como Gracias por Fumar (que me encantó) o Juno (que me dejó un poco igual). Acompaña a la historia de Ryan Bingham un efectivo y demoledor retrato de la sociedad norteamericana actual: empresas que prescinden de empleados, invariablemente maduros, con familias, generando drama tras drama en un país, no lo olvidemos, en el que sus ciudadanos, en su mayoría, no tienen la suerte de disfrutar de algo parecido al estado del bienestar (excelente el momento en el que el jefe de Bingham se frota las manos, diciendo "este es nuestro momento"). Esta dimensión es sin duda la mejor del film, que en este aspecto se muestra implacable.

Basada en la novela de Walter Kirn, Up in the Air plantea también el tema de qué da sentido a nuestras vidas, y esa es la dimensión que domina la segunda parte del film. En el caso de Bingham, evidentemente, es su trabajo; de hecho, Natalie le achaca que sus estudiadas rutinas de viaje son simplemente una coraza, y le acusa de inmaduro. En el caso de la gente "normal" (como ejemplifican los despedidos por Bingham, o sus hermanas), es su familia, sus parejas, lo que da sentido a sus vidas, más que su trabajo o el dinero. Y, como es de esperar, llega un momento en que Bingham se da cuenta de que su vida no tiene sentido... No, no se asusten. Afortunadamente, la película huye de cualquier tentación babosa al respecto, y eso que podría haberse "cebado" bastante.

La conclusión, pese a ser suavizada un tanto (en unas escenas un poco "metidas con calzador", todo hay que decirlo), es bastante desoladora. Todo está en el aire... pero por supuesto, quien está solo, como Bingham, está aún más perdido que los demás. Obviamente, ningún ser humano lleva bien la soledad. No es bueno estar solo. Pero, ¿no tener familia significa automáticamente estar solo? ¿Ser un hombre de más de cuarenta y soltero es ser un paria, un fracasado? Y no digamos si se trata de una mujer... esa posibilidad ni se llega a plantear en la película. Comulgo mucho menos con esta parte del mensaje, menos sorprendente, y bastante más convencional; aunque, insisto, por lo menos la película no resulta babosa.

A la buena impresión que deja el film en conjunto (bien llevado, bien escrito, bien realizado) contribuye el talento y la arrolladora presencia de George Clooney (repito, soy un fan), en una película construida para él. Tanto en los momentos más "viajeros" como en las partes donde domina la melancolía, Clooney da el tipo y lleva el peso del film sobre sus hombros, en un papel hecho a su medida. Tampoco está mal la joven Anna Kendrick (vista, no por mí, en la saga Crepúsculo), dando vida a la arribista Natalie, dura y profesional, pero en el fondo una chica que busca una familia, como todo el mundo... lo dicho, menos soprendente, más convencional. Bastante mas sosa resulta Vera Farmiga como Alex, muy elegante, pero poco expresiva. Amy Brenneman, por ejemplo, lo habría hecho mucho mejor.

PS. ¿No sabes quién es Amy Brenneman? Pues una de mis actrices favoritas... mira. Seguro que la conoces.