"You're going to need a bigger boat."

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lunes, 10 de mayo de 2010

Mis películas: THE STRAIGHT STORY (UNA HISTORIA VERDADERA)


David Lynch es uno de mis directores de cine favoritos. Ya lo era antes de realizar esta película, pero desde entonces, lo fue aún más. Porque demostró que es capaz de acometer un registro completamente distinto al que le ha dado fama, y triunfar en el empeño de contar una historia muy diferente a las habituales en el resto de su filmografía.

El anciano Alvin Straight (Richard Farnsworth) vive en un pueblecito de EE. UU., más concretamente Laurens, Iowa, sólo con su hija Rose (Sissy Spacek) y sus remordimientos. Porque Alvin tiene una espina clavada en el corazón: lleva años sin hablarse con su hermano Lyle, que vive en Mt. Zion, Wisconsin, a muchas millas de Alvin... demasiados años, demasiadas millas entre ellos. Una noche de tormenta, después de que su joven doctora le recomiende cambiar de hábitos si no quiere agravar su ya maltrecha salud, Alvin toma una decisión: va a ir a visitar a su hermano y a arreglar las cosas. Pero Alvin no puede conducir, ni su hija tampoco. ¿Cómo resolver el problema? Una cortacésped a motor marca John Deere, comprada de segunda mano a Tom (Everett McGill) y un cochambroso remorque serán la solución. Pero el viaje es largo, muy largo...

Aunque parezca mentira, la historia de Alvin es real, y sucedió en 1994. Llamó tanto la atención de Mary Sweeney, esposa de David Lynch, además de montadora (y co-guionista de The Straight Story junto a John Roach) que se la puso delante a su marido. Aquí había una película, desde luego, pensaron ambos. Lo que es completamente inesperado es el tono clásico que adopta Lynch para narrarla. Haciendo uso de su poderío visual característico, el director nacido en Missoula, creador de obras maestras inclasificables como Carretera Perdida o Mulholland Drive, famoso por lo "raro" de sus propuestas, se pone una gorra de dirigir que bien podría encajar en la cabeza de un John Ford, por ejemplo.

Huyendo esta vez de sus habituales rarezas (con excepción de la escena de la desdichada mujer que siempre atropella un ciervo en la misma carretera...), Lynch plantea un film absolutamente clásico, recreándose en las cosas pequeñas, en la gente, los paisajes, vistos a paso de cortacésped: despacio y de cerca. La música de Angelo Badalamenti complementa de manera estupenda las espléndidas e imborrables imágenes del cinematógrafo Freddie Francis (quien también fotografió otros dos filmes de Lynch, El hombre elefante y Dune).

Alvin, en plena aventura.

Los temas que trata el film también son clásicos a rabiar: la familia y la redención. En la vida se cometen errores, y es posible enmendarlos, pero hace falta fuerza de voluntad. Y la familia es lo más importante. El tozudo, orgulloso y decidido Alvin Straight va cruzándose con diferentes personajes, que quedan fascinados como el espectador por su entereza y decisión. Alvin no predica, pero su solitaria y empecinada fe conmueve a quienes se cruzan con él: la adolescente embarazada que ha huido de su casa, la familia que le acoge cuando se avería la cortacésped, los mecánicos gemelos, el anciano con quien se toma una cerveza, el cura...

Al tremendo poder conmovedor del film contribuye un inspiradísimo Richard Farnsworth, protagonista absoluto del film: un poco conocido actor norteamericano con una larguísima carrera en el cine y la TV. Farnsworth, quien se suicidó poco después de rodar el film, aporta una humanidad frágil e impagable al personaje de Alvin, al igual que la siempre bienvenida Sissy Spacek hace con Rose, la hija de Alvin, quien vive con él y llora en silencio la pérdida de sus propios hijos, que le fueron arrebatados debido al retraso mental que padece. Las conversaciones entre ambos, y las miradas y palabras llenas de amor que Alvin le dedica a su hija, son profundamente conmovedoras, como lo son las peripecias de Alvin y la maravillosa escena final del film.

Rebosante de humanidad, con un protagonista a contracorriente (un anciano triste y solitario, ni siquiera un simpático cascarrabias), un ritmo pausado y un deleite por las pequeñas maravillas de la vida, ver esta película de vez en cuando es como encontrar refugio cuando te pilla un chaparrón. Un film inolvidable, imprescindible.

Y pensar que este film estuvo a punto de no ser estrenado en Vizcaya (de hecho, se estrenó con muucho retraso, cuando ya era vox populi su enorme calidad) porque al responsable de cierto circuito de distribución le parecía un tostón...

4 comentarios:

David dijo...

¿Lo último lo dices en serio? Alucino, vecino (que diría aquel jingle de Gu-gu).
Pues sí. Fordiana y todo. Y aunque yo no comulgo con la redención, y menos con lo de la "familia", un películón. La escena de la chica embarazada me mosqueó en su día...Vamos, si se ha largado es porque sabe que su familia no la va a "aceptar" en esa condición... Pero el recurso visual de las ramitas es estupendo.
Y no recordaba lo de la pérdida de los hijos de Sissy (que está genial también). Una gran-gran película, y una estupenda reseña.
A ver si me da menos pereza ver la de Mullholland y la de Inland Empire y me pongo algún día.

Mikel dijo...

Bueno, al fin y al cabo, ya te digo, me parece a mí que Alvin no predica. Se puede inferir que la chica va a volver con su familia... pero por lo menos el mensaje no es tan absolutamente baboso como suele ocurrir en las pelis americanas comerciales.
Y lo último, en serio, me lo contaron de buena tinta. Es increíble, a que sí?
Gracias por el comentario!

LU dijo...

A mi que me cuesta un gran esfuerzo elegir mis películas favoritas, ésta, sin duda estaría en un lugar importante. Una maravilla.

Hoy estoy un poco dispersa. Iba a escribirte un mail con lo de The Wire y mira dónde acabo…

Mikel dijo...

Gracias por el comentario, LU! Y eh, en qué mejor lugar podías acabar que en esta maravillosa película...?