Es la segunda película de Darren Aranofsky que veo, desde Requiem por un Sueño. Es curioso como se parece este Cisne Negro a una de las primeras obras de su director. Si en aquella, Jennifer Connelly, Jared Leto y Ellen Burtsyn, al compas de la impresionante banda sonora de Clint Mansell interpretada por el Kronos Quartet, descendían a los abismos de la adicción, en este nuevo film del creador de La Fuente, de nuevo al son que marca Mansell (esta vez, obviamente, solo adapta la partitura original de Tchaikowsky), es Natalie Portman la que atraviesa por una peripecia espeluznante.
Al igual que los adictos de Requiem…, Nina, la joven bailarina a la que da vida Portman, lo pasa fatal. No solo por la peligrosa combinación de inseguridad, perfeccionismo y obsesión que muestra, acentuada por la presencia de su siniestra madre (una espectral Barbara Hershey) y un aún más siniestro coreógrafo (Vincent Cassell, ese campeón del buen rollito), sino porque además, la pobre Nina padece evidentes problemas mentales… y graves, además.
Quizá el problema, en mi opinión, de este film es el mismo que el de Requiem…, o el de Salvar al Soldado Ryan, por ejemplo: es un poco "matar moscas a cañonazos". Demasiada película para poca historia. Técnicamente, es un filme muy cuidado, y realizado con garra y personalidad, y sobre todo convicción, y eso está bien y es de alabar. Las interpretaciones son entregadas y convincentes, en particular la de la sacrificada Natalie Portman, empeñada en emular al sicópata de Christian Bale (por cierto, también ganador de un Oscar este año; nota: ¿por qué los papeles en los que un actor o actriz aparece delgaducho y demacrado han triunfado este año? Ahí está el famélico John Hawkes de Winter's Bone, también nominado). Realmente, da miedo verla en algunas escenas por su espeluznante delgadez. Es uno de esos papeles de evidente lucimiento, y ahí está el Oscar para demostrarlo.
Tanto Vincent Cassell y Barbara Hershey como la simpática (y también famélica, pero menos sufrida) Mila Kunis tienen papeles que me parecen algo más redundantes y tópicos, al igual que el de la bailarina "madura", a la que da "vida" el fantasma de Winona Ryder, que como sabemos de vez en cuando se materializa aquí y allá. Pero en general, tampoco es que nos cuente nada excesivamente novedoso, y en algunos momentos resulta redundante, y bastante exagerado y truculento. Aranofsky tampoco aprovecha demasiado las evidentes posibilidades "fantásticas" del film, salvo en algunas escenas aisladas como las de los espejos, como la primera vez que Nina se cruza con… huy, casi se me escapa!
En resumen: no está mal, pero no me ha enganchado demasiado, la verdad.
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