"You're going to need a bigger boat."

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jueves, 1 de marzo de 2012

Películas recién vistas: LA DAMA DE HIERRO


Hasta los más recalcitrantes fans de Meryl Streep tendrán que reconocer que el papel por el que ha recibido recientemente un Oscar (como ha sucedido en otras ocasiones con otros actores) no es más que un simple ejercicio de imitación, a base de profesionalidad y caracterización; muy lejos de otros filmes en los que su trabajo deslumbra, como en Los Puentes de Madison, por ejemplo.

Y pese a que la actriz consigue una espeluznante similitud, en gestos y en voz, con la tristemente célebre Dama de Hierro, eso no es suficiente para que una película floja y llena de tópicos levante el vuelo. El film de Phyllida Lloyd trata de acercarnos al lado "humano" y "femenino" (como si lo hubiera, caray, que parece que no sabemos de quién estamos hablando) de una de las figuras políticas más determinantes del siglo XX. La gran impulsora en Europa de ideas y maneras de gobernar que desgraciadamente se han contagiado a practicamente todo el continente, a estas alturas, se nos presenta como una pionera íntegra, segura, fanática en su rectitud, mientras a su alrededor gravita todo lo demás: su esposo, sus hijos, su gabinete, su país.

La dama de hierro
trata de abarcar toda la vida de Thatcher, y pese a que no pretende ser una hagiografía (cosa que al menos podría resultar más sincera) tampoco se decide por un tono crítico y se queda nadando entre dos aguas, edulcorando el asunto, que es lo peor que se puede hacer con una figura como la que pretende analizar. Margaret Thatcher no es una figura con la que valgan medias tintas: o te gusta, o no te gusta, punto. En mi caso, sucede lo segundo, y más teniendo en cuenta su triste legado, tan en boga en estos tiempos. Pero ahora estamos hablando de la película...

Si, como sucedía en la muy superior The Queen (por hablar de otro film que le proporcionó a su protagonista un Oscar), se usase un episodio concreto para retratar al personaje, el film ganaría muchos enteros. Pero precisamente el momento clave de la vida de Thatcher, su mandato, ocupa más o menos un cuarto de película. Y la visión de una Thatcher anciana y senil tampoco aporta nada especial, al igual que las escenas de la juventud de la ex-premier británica resultan superfluas.

En resumen: mejor un buen documental que una película sin personalidad.

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