España es un país en el que el disfrute del cine para toda una generación (y también hoy en día) tiene tanto que ver con las películas como con la rareza del doblaje, tema de cuyas luces y sombras no es momento ni lugar para hablar. Hoy toca hablar de Constantino Romero, probablemente la voz más característica, reconocida y reconocible del mundillo del doblaje cinematográfico y publicitario español.
Romero llegó a este mundo procedente de la radio, y más adelante lo alternó de nuevo con la radio, con la televisión (con aquel inolvidable El tiempo el oro), la locución publicitaria y el teatro ("El teatro es lo que más me gusta, sí, pero el teatro no da de comer. Y este es un detalle muy importante, ¿sabe? Con el teatro puedes comer seis meses, pero a mí me gusta comer todo el año", afirmaba)… Cuarenta y siete años de carrera: se dice pronto.
Pero las personas humanas cinéfilas españolas le recordarán sin duda como la voz (o al menos, la que ellos oyeron) rica, retumbante y profunda de varios personajes emblemáticos de la historia del cine. Por ejemplo, el Roy Batty de Blade Runner, o el James Earl Jones de Conan el Bárbaro y El Rey León; Jones también era la voz original de Darth Vader, otro de los papeles emblemáticos de Romero... u otro gigantón negro, el actor Yaphet Kotto, a quien Romero dobló en Brubaker…
Eso, sin olvidar a Terminator, o al capitán Kirk de las antiguas películas de Star Trek, o al Roger Moore de los filmes de James Bond, o al Louis Gossett Jr. de Oficial y Caballero, al Frolo de El jorobado de Notre Dame… y la gran mayoría de papeles de Clint Eastwood, actor por el cual Romero sentía una especial predilección. La lista es interminable. Basta con un ejemplo inolvidable.
Una gran voz. Un gran profesional que además tenía las cosas bien claras y demostraba en las entrevistas una sinceridad y una humanidad dignas de admirar. De su trabajo, decía ser "(...) como las putas: alquilo mi voz, hago con ella lo que el cliente quiere y por ello me pagan." Preguntado por cuál de sus papeles le hacía sentirse más orgulloso, relataba una anécdota de cómo había resultado de utilidad su voz: "(…) el hijo de un amigo mío no comía y grabé una cinta con la voz de Mufasa, diciéndole al chaval: "Pepito, come o te quedarás sin fuerza". Se puso a comer, y ya está muy crecido."
Hasta siempre, Constantino.
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