Cualquiera que se haya dejado seducir por el desparpajo del cómic original de
Brian Lee O'Malley no podrá resistirse, aunque sólo sea por curiosidad, a echarle un vistazo a la versión cinematográfica realizada por
Edgar Wright (director de la popular
Shaun of the Dead)... ¿Qué se encontrará?
Pues, en mi opinión, una adecuada (incluso a veces miméticamente idéntica) traslación cinematográfica de las aventuras y desventuras de
Scott Pilgrim, ese desastre con patas que deambula por la nevada Toronto: una película simpática, sin pretensiones, con momentos realmente graciosos, que proporciona un agradable entretenimiento y que se beneficia de un más que logrado casting. Pese a los claros bajones de ritmo (esa sensación de ir "de pelea en pelea"), a la sensación de "apresurado resumen" de los seis tomos que produce el film, y a que algunos recursos "comiqueros" funcionan mejor que otros,
Scott Pilgrim vs. the World deja buen regusto después de vista, gracias al gracejo de los personajes, los divertidos diálogos y el derroche de imaginación y creatividad de su puesta en escena.
Los personajes que conocemos del cómic cobran vida en un reparto de lo más atinado, que cumple bien la difícil tarea de dar vida a los inefables personajillos que surgen del simpático estilo de dibujo de O'Malley.
Michael Cera es un divertido y adecuado Scott. Los amigos de Scott, los integrantes de la banda, funcionan (sobre todo la inefable y siempre enfurruñada Kim interpretada por
Alison Pill). Destaca, sin duda, la espectacular presencia de la guapísima
Mary Elisabeth Winstead como Ramona Flowers, la chica que le roba el corazón a Scott. También los "malos" son de lo más divertido:
Chris Evans,
Brandon Routh y
Jason Schwartzman, entre otros, son unos adecuados "ex novios malvados".
La película, como el cómic, es una mezcolanza de lenguajes narrativos que provienen del cómic, el mundo del rol, los videojuegos, el cine y muchas otras fuentes. Es sorprendente lo graciosa que puede resultar la sintonía de la productora Universal en versión maquinita de
arcade, por ejemplo, o el curioso uso del sonido para acompañar la aparición de ciertos personajes y momentos de sorpresa, que funciona tan bien como el "modo videojuego" de las escenas de pelea, trufadas de espectaculares efectos digitales. Menos logrado resulta el recurso a las onomatopeyas, que podría obviarse sin ningún problema porque tampoco aporta gran cosa. Otros recursos, como rotulitos escritos y similares, sufrirán probablemente con la traducción (yo la he visto en V.O., por cierto). Un sano espíritu de mezcolanza de géneros, importado directamente del cómic, que casa a la perfección con la atolondrada búsqueda del amor del cazurrillo de Scott.
En resumen: si te gusta el cómic, no te la pierdas. Si no conoces el cómic, prueba con la peli, a ver qué te parece. El cómic es mejor, pero la peli tampoco está tan mal.
Cómo no enamorarse de Ramona... Scott estaba perdido desde el principio.