"You're going to need a bigger boat."

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domingo, 4 de enero de 2009

Películas recién vistas: GRAN TORINO


Empezamos bien el año en lo cinematográfico, después de un 2008 en el cual (igual que me pasó el año pasado) solamente puedo recordar, a bote pronto, dos películas que me hayan gustado de verdad: El Caballero Oscuro de Christopher Nolan, y El Intercambio, de Clint Eastwood. Precisamente, esta primera cinta reseñada en Rodeado de Papel en 2009, Gran Torino, también está dirigida (y protagonizada) por el autor de Sin Perdón. Y oigan, la verdad es que es una película es-tu-pen-da.

En una ciudad cualquiera de EE. UU., reside el anciano Walt Kowalski (Clint Eastwood), veterano de la guerra de Corea, quien acaba de enviudar, mantiene escasas relaciones con su familia y mira con gran recelo la proliferación de inmigrantes que "invaden" las casas de los alrededores. Su orgullo: un Gran Torino de 1972 al cual él mismo le dio el último toque en la cadena de montaje en la que trabajó 50 años. Poco a poco, y pese a su carácter hosco y a las diferencias culturales, acabará por relacionarse con esa gente tan diferente a él que le rodea: en particular, con un chico, Thao (Vee Bang) y su hermana, Sue (Ahney Her)...

Un argumento como éste, añadiéndole bandas de pandilleros, una relación paternofilial, unas gotitas de humor brutote, algo de emoción, tiroteos y un dramático enfrentamiento final (todo lo cual aparece en el film), podría haber dado lugar a cualquier peliculucha de acción fascistoide de los años 80; imagínatelo protagonizado por un Charles Bronson maduro, por ejemplo. De hecho, cuando se conoció que Eastwood rodaba este film, muchos dejaron escapar rumores por Internet sobre que el protagonista era de nuevo Harry el Sucio, el célebre polizonte expeditivo como ninguno.

Por fortuna, estamos en las antípodas de ello, dado que el protagonista (y el director) es Clint Eastwood, verdadera estrella de la función; como actor, da vida al cascarrabias anciano con un divertido empaque (impagables las miradas y gruñidos del veterano actor, y seguro que Constantino Romero disfrutará doblando dialogos como los que mantiene Kowalski con su barbero); como director, firma una vez más un film impecable, de aire clásico, sin caídas de ritmo, sin un plano fuera de su sitio, con un guión estupendo, sin buenos ni malos, que cuenta su historia con calma y detallismo; y, también una vez más, con banda sonora del propio realizador, en la cual, no se lo pierdan, ¡el mismísimo Clint canta en los créditos finales junto a Jamie Cullum!

Las relaciones entre los personajes se alejan de todo posible tópico: las sucesivas conversaciones de Kowalski con el padre Janovich (Christopher Carley) y con el joven Thao; el lento rozamiento entre Kowalski y la famila oriental de Thao, ese pasar de "fuera de mi césped" a una barbacoa juntos y a una charla relajada con intercambio de bromas incluido; o la distancia entre Kowalski y su interesada familia (impagable la visita de su hijo y su nuera, o la última charla telefónica entre padre e hijo), todo ello está espléndidamente resuelto en el guión (original, no adaptado) de Nick Schenk. Un significado metafórico del film (entre otros muchos): todo lo que conocemos, todo lo que nos rodea, puede acabarse o puede cambiar hasta el punto de que no seamos capaces de reconocerlo... pero eso no tiene por qué ser necesariamente algo malo.

Rodada inmediatamente después de El Intercambio, más sorprendente y menos académica que ésta, la ya penúltima película de Clint Eastwood (dado que el incansable director ya rueda su nuevo film, con la figura de Nelson Mandela como eje de una historia protagonizada por Matt Damon y Morgan Freeman) mantiene el excelente nivel de su filmografía en los últimos ¡más de quince años! de estupendas películas desde Sin Perdón.

En fin, una vez más, en estos tiempos tan flojos que corren para el asunto cinematográfico, qué suerte, y que dure.

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