"You're going to need a bigger boat."

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martes, 29 de septiembre de 2009

Mis películas favoritas: EL PADRINO


Supongo que a estas alturas es una perogrullada decir que las tres películas de El Padrino suponen un verdadero hito de la historia universal del cine. La conocidísima trilogía sobre la vida de la familia Corleone dirigida por Francis Ford Coppola es "la" película de mafiosos, aquella a la que todos hacen referencias más o menos evidentes, tratan de imitar o parodian; y la conocida melodía de Nino Rota es uno de los temas más famosos de la historia del Séptimo Arte, tan conocido como las célebres fanfarrias de John Williams para Superman, Indiana Jones o Star Wars.

Conocido de sobra es también el argumento de la primera entrega: en el Nueva York de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Don Vito Corleone, capo mafioso chapado a la antigua, se muestra contrario al negocio del tráfico de drogas, que sus "socios" en el tema quieren implantar. La guerra entre las familias se vuelve inevitable cuando el don es tiroteado y su hijo Michael se toma cumplida venganza... El posterior exilio de Michael a la luminosa Sicilia de la que proviene su familia, huyendo de sus enemigos, no pondrá fin a la violencia ni detendrá un inexorable ciclo de vendettas mafiosas que culminará con la ascensión al cargo de Don del implacable Michael, el niño prodigio a quien el Padrino reservaba para objetivos mucho más importantes...

Nacida como adaptación de la novela homónima de Mario Puzo en 1972, dice la leyenda que los jefes mafiosos de Nueva York asesoraron al director (so pena de boicotear la película, en caso de no ser aceptado su, ejem, asesoramiento); que la escena en que el ahijado de Don Corleone, Johnny Fontaine, consigue el contrato para la película que le lanzará de nuevo a la fama era un remedo de cómo Frank Sinatra logró su rol estela en De aquí a la eternidad; que el empeño de Coppola logró que Marlon Brando participase en el film interpretando a Vito Corleone, al igual que sucedió otro actor, por entonces aún un virtual desconocido: Al Pacino, que se hizo con el papel del Michael, el hijo menor de la familia, en contra del criterio de los productores...

"Algún día, y puede que ese día no llegue nunca..."

La leyenda dice muchas cosas más. Lo que dicen los hechos: el film ganó numerosos premios, supuso el estrellato para Pacino, el Oscar para Brando (el famoso Oscar que el célebre actor rechazó, vía india piel roja "de guardarropía") y la consagración del joven Coppola, unida al inicio de su autodestructiva megalomanía, que culminaría en el conocidísimo desastre financiero de Apocalypse Now y Corazonada, que arrastró también a su productora, Zoetrope. Tenebrosa, operística, detallista, magistral, El Padrino permanece hoy como una cinta intemporal, inagotable; una de de las mejores películas de la historia del cine universal, y esto no es ninguna exageración. Además de Brando y Pacino, la película se beneficia de la presencia de intérpretes de postín de la época, como James Caan (inolvidable Sonny Corleone), John Cazale (Fredo), Diane Keaton (Kay) o Talia Shire (la hermana de Coppola, que interpreta a Connie), y del espléndido trabajo de Gordon Willis en la célebre fotografía tenebrista del film, y de Dean Tavoularis en el diseño de producción. Ambos acompañarán a Coppola en las dos continuaciones de la saga.

En 1976, Coppola se lanza a por la segunda película, con cierto proyecto bélico bullendo ya en su cabeza, pero ansioso de consolidar su estatus y su recién nacida productora Zoetrope con un éxito comercial. El Padrino II continúa la historia, con Michael Corleone convertido ya en el poderoso don; y a la vez la completa desde el pasado al contar la infancia y juventud de Don Vito, encarnado en sus años mozos por el (entonces) sin par Robert DeNiro, que recibirá el Oscar por su trabajo. El talante abiertamente operístico de la primera parte (recordemos la magistral escena del bautizo, superpuesta con la brutal cadena de asesinatos que Michael ordena perpetrar) se acentúa, y se añade una dimensión de tragedia clásica al devenir de la familia, gobernada por un Michael que nada tiene que envidiar a personajes como Macbeth o Ricardo III. Transformado en un ser frío que se autojustifica con la defensa a ultranza de la familia (mafiosa, entiéndase), Michael no se detiene ante nada para lograr sus nefandos designios. Por el camino quedan su matrimonio roto, un reguero de cadáveres (entre ellos el de su desdichado hermano Fredo)... y su humanidad. Paralelamente, vemos como el joven Vito se va abriendo camino en el Nueva York de los años 40, 50 y 60, forjando su leyenda, de abajo a arriba en la cadena alimenticia mafiosa, hasta convertirse en Don Corleone.

El implacable Don Michele Corleone.

Más metraje, más personajes, un Coppola consagrado que se vuelve más megalómano a cada momento... Y otra pieza magistral, a la altura de la primera, y con un tono muy diferente. Donde antes emergía la figura solemne y magnética de Don Vito, tan asesino y mafioso como cualquier otro capo, pero con un aura de grandeza, pese a sus comienzos humildes (de los que somos testigos), se yergue ahora Don Michele, el imperturbable Michael, su hijo menor: siciliano hasta la médula, sin rastro alguno de piedad, inquietante, calculador e implacable. Escalofriantes son escenas como la de su ruptura definitiva con Kay, o el momento en que se abraza con Fredo en el funeral de la madre de ambos... y le condena fríamente a muerte con una simple mirada.

El joven Vito Corleone.

Finalmente, a finales de los 80, Coppola culmina la saga con una tercera película, que sin ser mala (que no lo es) queda lejos de la excelencia sublime de sus dos predecesoras. El Padrino III narra la decadencia de la familia Corleone, y la madurez de un Michael más trágico que nunca, acosado por los fantasmas de su pasado, revelados abiertamente a lo largo del film (a través de Kay, pero sobre todo en la dramática escena de la confesión de Michael ante el Cardenal Lamberto). Rodeado de los restos de lo que fue su imperio ilegal, Michael busca ahora edificar otro reino, esta vez legal, haciendo negocios con el Vaticano. Entretanto, se enfrenta a su pasado, que amenaza a ese futuro que desea construir, contando con el amor incondicional de su ingenua hija Mary y la lealtad a prueba de bomba de su sobrino: el hijo ilegítimo de su hermano Sonny, el volcánico Vincent, encarnado con brío por Andy García.

La soledad de Michael, en el impactante cartel de El Padrino III.

La película, técnicamente excelente, resulta sin embargo una pálida sombra de sus predecesoras: está llena de citas y guiños "padrinófilos" y es bastante autocomplaciente. Es obra de un Coppola que de nuevo necesita un éxito comercial, que no artístico, puesto que filmes precedentes como Tucker o Jardines de Piedra han sido bien recibidos, pero no han sido taquillazos; este tercer Padrino dará dinero, pero no alcanza la calidad de sus predecesoras, o de Apocalypse Now, por poner otro ejemplo de "excelencia coppoliana".

A ello contribuye sin duda la precipitada decisión de Coppola de adjudicar el papel crucial de Mary Corleone a su propia hija, Sofia, que más adelante dirigirá Las Vírgenes Suicidas y Lost in Translation, quien se hace con un papel que iba a ser para Winona Ryder debido a problemas de salud de ésta. Lamentablemente el talento como actriz de Sofia es mucho menor que su capacidad como directora. Es el principal "pero" de esta tercera cinta, pero no el único. La historia está bastante alargada, y el verdadero (y único) momento inolvidable del film llega en su media hora final, con la magistral escena de la representación de Cavalleria Rusticana y el acto final de la condenación de Michael por sus pecados.

La actuación de Al Pacino es inigualable durante toda la película, mucho más digna de un Oscar que aquella por la cual fue premiado por la academia, la del divertido e iracundo ex-militarote al cual dio vida en Esencia de Mujer. También brillan el veterano Eli Wallach en el papel del rencoroso Don Altobello, la encarnación de ese pasado del que Michael no puede huir, y Talia Shire, con su Connie convertida en implacable mano derecha de su poderoso hermano.

En conjunto, las tres películas forman un tríptico irrepetible, un verdadero festín de cine puro. La tercera parte es de menor entidad, cierto; pero aún así, los tres Padrinos componen un monumento artístico de primer orden, siempre agradable de repasar... aunque casi nos las sepamos ya de memoria.

Ahora, a esperar la edición en DVD de esa joya que fue en su momento el remontaje de las dos primeras películas en orden cronológico, con numerosas escenas extra que añadían nuevos detalles a la legendaria saga de los Corleone...

1 comentario:

- YOGUR - dijo...

Vengo a desearte FELICIDADES en el día de tu santo, apañerooooou! ;P