Lecturas recientes. BATMAN: CACOPHONY

Deadshot ha sido contratado para asesinar al Joker en el Asilo Arkham, pero su empeño se frustra con la intervención de Onomatopeia, que permite la huida del célebre villano de la cara blanca y el pelo verde. Ello lleva obviamente al enésimo enfrentamiento del sonriente con Batman...

En tres capítulos, el popular guionista y director norteamericano Kevin Smith nos presenta, en sus propias palabras, "la segunda mejor historia de Batman" que es capaz de idear. Porque la mejor, afirma, vendrá después, en The Widening Gyre, actualmente publicándose en los EE.UU. Hasta que podamos comprobar si es cierto lo que dice Smith, hablemos de este Cacophony, donde presenta a un nuevo villano, el extraño Onomatopeia, del cual por ahora no sabemos demasiado. No se puede decir que las ideas que maneja Smith sean demasiado originales. Onomatopeia recuerda un tanto a Silencio (secretismo, dos pistolas, abrigo...); la dicotomía matar-no matar (encarnada en los sentimientos de Batman hacia el siniestro Mr. Szasz) y la escena de Batman salvando al Joker de la muerte también suenan a Silencio y a otras historias, y la conversación final entre el Joker y Batman remite a La Broma Asesina, con un interesante giro que es la única idea original que aporta Smith: el Joker no persigue a Batman porque está loco, sino que está loco porque Batman existe, y cuando consiga matarle, su locura terminará.

Este Cacophony (el título hace referencia a la locura del Joker) es solamente el precalentamiento para la historia que vendrá, y por ello el final es descaradamente abierto. La historia es entretenida, pero la parte final está un tanto desequilibrada para dar cabida a la larga charla entre Batman y el Joker. En la parte artística, Walt Flanagan cumple, sin molestar ni impresionar, más brillante en algunos momentos que en otros. Su Joker es bastante convincente, muy deudor de la versión de Brian Bolland. El autor de Karney, amigo de Smith, también ilustrará la continuación. Las espectaculares portadas de Adam Kubert y Bill Sienkiewicz rematan la función.

Vamos, que no está mal, pero habrá que ver cómo sigue.