"You're going to need a bigger boat."
lunes, 9 de noviembre de 2009
RODEADO DE ÓPERA presenta... LA FLAUTA MÁGICA
No todos los días tiene uno la oportunidad de escuchar ópera en vivo a precio popular y cerca de casa. El Teatro Barakaldo capeó el temporal que recorrió el norte este pasado domingo con una excelente representación de La Flauta Mágica, de Mozart, con dirección musical de Ángel Pazos, con José Antonio Irastorza en la dirección musical y con la orquesta Sandu de Transilvania (en serio) y el Coro Lírico Uranzu arropando a un competente elenco de voces que desempeñaron con gran profesionalidad los célebres papeles de la obra.
Estrenada en 1791, La Flauta Mágica, la última de las óperas que escribió Mozart, se compone únicamente de dos actos. De aire juguetón y fantasioso, la mezcla de fantasía, elementos infantiles y referencias masónicas del libreto de Emmanuel Schikaneder (masón y hermano de logia de Mozart, recién iniciado en aquellos años) sigue encandilando por igual a melómanos y profanos por su imperecedera belleza y permite a los creadores idear escenografías y ambientaciones siempre nuevas y sugerentes.
Arias como la de primera aparición de Papageno o la del encuentro con su amada Papagena, las dos piezas de la Reina de la Noche con sus filigranas (aquellos adornos que tanto atormentaban a Salieri en Amadeus) o el estremecedor segmento en el que Pamina se lamenta, desgarrada por creer que Pamino ya no la ama, son justamente célebres y cobraron ayer vida una vez más en las voces del elenco protagonista, sobre un original escenario dispuesto en un plano inclinado, que suplía las carencias de medios (hablamos de una producción modesta) con profesionalidad, excelentes voces y simpatía.
Tamino, el príncipe que busca la verdad y el amor, se benefició de la voz y el gesto inspirados del tenor Ángel Pazos (sí, también es el director), mientras que la inspiradísima soprano Rosa Caballero dio vida a la bella Tamina, ambos sobrados de voz y de saber estar en escena: ella, luminosa en todo momento, él soberbio y pleno de energía. Estuvo algo más inseguro el barítono Isidro Anaya como el inmortal pajarero Papageno, sobre todo durante el primer acto y en los tonos bajos de su personaje (poco ayudado por su sosa caracterización, todo hay que decirlo), mientras el bajo Emilio Guidotti componía un espectacular Sarastro, imponente y elegante; y la soprano Tulia Bellelli, como era de esperar, encandilaba a la audiencia (llenazo, con público de lo más variopinto) con las conocidísimas y complicadas florituras que exige el personaje de la Reina de la Noche (ovación espontánea incluida). Angel Walter también destacó, como el maquinador sirviente negro Monostatos, pese a que su integridad corrió peligro en ocasiones, debido a una inadecuada capa que intentaba enredarse en sus botas contínuamente.
En suma: una experiencia de lo más agradable, oigan, sobre todo si uno es "mozartiano", como yo. Hay que aprovechar estas cosas, que no pasan todos los días...
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