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En un rinconcito residencial de Salt Lake City reside Bill Henrickson (Bill Paxton). Un tipo normal, con un próspero negocio de venta de productos de bricolaje, jardinería y similar, casado con Barb (Jeanne Tripplehorn) y padre de tres hijos. Pero Bill también está casado con Nikki (la fantástica Chloë Sevigny, una debilidad personal mía), con quien tiene dos hijos más... y también está casado con Margie (Ginnifred Goodwin), con la cual tiene otros dos retoños...
¿Resulta confuso? Bueno, se impone una explicación: Bill es mormón, y pertenece a una rama particular, la congregación de Juniper Creek. Ésta, pese a la prohibición de tener más de una esposa que rige en el estado de Utah, mantiene bien vigente la polémica tradición de la poligamia, por la vía de los hechos. A grandes rasgos, este es el argumento de Big Love, una estupenda serie de HBO cuya primera temporada acabo de ver.
Es fácil imaginar que tres esposas y tres familias viviendo en comunidad, y además con la necesidad de la discreción, generan suficientes problemas (y gastos) como para desvelar al bueno de Bill. Pero además, quebraderos de cabeza adicionales provienen de la congregación en la que Bill nació, y de la cual desea desvincularse: la tétrica pandilla encabezada por el poderoso patriarca Roman Grant (un estupendo Harry Dean Stanton), quien es además el padre de su esposa Nikki y uno de los inversores en el negocio de Bill.
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Uno de los argumentos principales de la primera temporada de Big Love es precisamente el dedicado a explicar la "mala baba" entre la familia Henrickson y Roman Grant, que viene de tiempos pasados, y que afecta directamente a Bill a través de su padre, el insufrible, ignorante y cerril Frank (Bruce Dern) y su excéntrica madre, Lois (la inimitable Grace Zabriskie, célebre como la madre de Laura Palmer en Twin Peaks).
Esta primera temporada establece el terreno en que se mueve la historia, presenta a los personajes de manera atinada y poco a poco va revelando interesantes detalles de a vida familiar de los Henrickson: la pasada enfermedad de Barb, y su enemistad con su propia familia debido a la poligamia; la adicción a las compras de Nikki, por no hablar de su carácter manipulador y egoísta; la permanente sensación de ser ignorada,d e ser "menos" que las otras esposas de Bill que padece Margie... por no hablar de los siete retoños de la gran familia, sobre todo los dos adolescentes, Ben (Douglas Smith) y Sarah (Amanda Seyfried), ambos en una edad difícil en la que empiezan a comprender realmente lo que significa nacer y crecer en una familia tan peculiar como la suya. Sin juicios de valor facilones, sin bobadas, con dosis de original melodrama familiar y humor muy bien medidas, Big Love se convierte en una serie de lo más interesante, con un reparto de lo más acertado que da vida a sus curiosos personajes con convicción.
Esperemos que la segunda temporada mantenga el buen nivel de estos doce primeros episodios. Más información, aquí.
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