Winter's Bone es una de esas películas que no alegran mucho el día, precisamente. Ambientada en los desolados parajes de los Ozarks, narra una historia que gira en torno a la pequeña familia Dolly, compuesta por una madre incapacitada, un padre desaparecido y tres hijos, dos pequeños y una adolescente, Ree (Jennifer Lawrence), quien lleva el peso de la casa. Ante la amenaza de perder su única posesión, la casucha en la que vive, y con ello su familia, la terca e indomable Ree trata de averiguar qué ha sido de su padre, pero para hacerlo tendrá que escarbar en el pasado de su progenitor, implicado en el tráfico de drogas, y lidiar con elementos de los alrededores que tienen cuantas pendientes con su familia… pese a que todas las puertas se le cierran, Ree sigue adelante. Después de todo, es una Dolly.
Escrita y dirigida por Debra Granik a partir de la novela de Daniel Woodrell, Winter's Bone describe una panorama realmente desolador. Un lugar triste y frío donde la gente se comporta como si aún vivieran en el siglo XIX, dejando aparte el hecho de que conducen coches con motor. Peligros de todo tipo se agazapan en los campos y bosques que se extienden entre cada casucha, todas ellas apartadas entre sí, sin sensación alguna de comunidad, sino más bien de constante amenaza, de frontera, de escopeta cargada preparada detrás de la puerta… y no digamos cuando cae la noche. Olvidate de la simpática amabilidad pueblerina yanqui. En ese lugar no encontrarás nada de eso. Sólo encontrarás aldeanos tercos y secos, de pocas palabras... y secretos, muchos secretos.
Da bastante miedo pensar que la película no es un western, sino que está ambientada en la actualidad. Y se pregunta uno qué parte de los escenarios es "preparada" y qué parte es "real" en este magnético film, rodado en los mismos parajes en los que se ambienta la historia. Winter's Bone es una película detallista, un relato bien llevado, que se resuelve de manera adecuada, pero la mayor huella que deja el film es esa desasosegante impresión de constante amenaza, ese ambiente cargado e inquietante por el que se mueve Ree, que cobra vida en la joven actriz Jennifer Lawrence, candidata al Oscar (como el film), gracias a su talento y a un perfecto retrato de una chica obligada a responsabilizarse de su familia.
Una película de esas que merece la pena ver.
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