"You're going to need a bigger boat."

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martes, 26 de junio de 2012

Mis películas favoritas: MY MAN GODFREY (AL SERVICIO DE LAS DAMAS)


Greg LaCava es uno de esos directores olvidados, cuyas obras, pese a estar a la altura de muchos otros filmes de su época, son menos mencionadas que otras. Pero My Man Godfrey, con su estupendo reparto, sus diálogos chispeantes y su carga de profundidad contra los caprichos de los ricos y poderosos, merece un lugar de honor al lado de otras grandes comedias de Hollywood, como His Girl Friday o Bringing up Baby de Howard Hawks, Ser o no Ser de Ernst Lubistch, Las Tres Noches de Eva de Preston Sturges, y unas cuantas más.

En 1936, en unos EE.UU. que aún temblaban al rememorar el fantasma de la Gran Depresión, LaCava convertía en protagonista de su historia a Godfrey, un desarraigado vagabundo (encarnado por William Powell, el célebre detective Nick Charles de la serie de películas de The Thin Man, basadas en los personajes creados por Dashiel Hammett). Godfrey es un "olvidado", como se decía en la época, al que el capricho del azar empareja con Irene Bullock, una atolondrada niña rica, encarnada con sublime encanto por la inmortal Carole Lombard.

El contraste entre el sentido común, la mordacidad y la honradez de Godfrey y la fatuidad, las envidias y los celos de la familia Bullock dan lugar a multitud de situaciones cómicas donde brillan especialmente los dos protagonistas, Powell y Lombard, dos inmensos cómicos a quienes hoy en día solo recuerdan los cinéfilos veteranos y que están ahí, esperando a que nuevas generaciones les descubran y disfruten con su inimitable arte.

Hablamos, naturalmente, de una historia inverosímil en la que, por supuesto, sabemos desde el principio que Irene y Godfrey se enamorarán y el film terminará en un final feliz, pese a los venenosos celos de Cornelia (Gail Patrick), la hermana de Irene, y a las chaladuras de los padres de ambas, encarnados por Alice Brady y Eugene Pallette. Pero la trama es tan entretenida, los diálogos son tan inteligentes, los instantes screwball (encarnados en el ridículo pianista Carlo, principalmente) están tan bien resueltos, y el film tiene tanto encanto que, aún hoy en día, se disfruta intensamente y no ha perdido ni un ápice de su gracia.

Para muestra de ingenio, un botón: la ingenua Irene le pregunta a Godfrey, cuando se conocen: "¿Por qué vive usted en un sitio así cuando hay lugares muchos más agradables?", a lo que Godfrey responde que "mi asesor inmobiliario opinaba que la altitud sería muy beneficiosa para mi asma". Considerando que está viviendo en una chabola de lata rodeado de decenas de indigentes como él, la sorna que destila esa respuesta es de destacar...

Un clásico.

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