Todos tenemos un plan cuenta la historia de dos hermanos: Agustín, el que se fue del terruño y se convirtió en médico, y que atraviesa por una grave crisis en su matrimonio; y Pedro, el que se quedó en el terruño: un delincuente de poca monta, enfermo de cáncer en fase terminal, que en un momento dado decide visitar a su hermano en la ciudad…
Ana Piterbarg (en su primer largometraje) escribe y dirige este filme argentino, que cuenta con el protagonismo de dos caras bien conocidas: Viggo Mortensen (en el doble papel de Agustín y Pedro) y Soledad Villamil (que interpreta a la esposa de Agustín). Pero la presencia de ambos (y del resto del reparto, que realiza un buen trabajo) no basta para compensar un guión que peca de indecisión y al que le sobran algunas truculencias innecesarias.
El problema principal de lo que podría haber sido una propuesta mucho más interesante es que el film no explica las motivaciones de sus personajes; además, su verdadera historia tarda en arrancar, enseña cartas que podría ocultar para mejorar sus resultados, y su desenlace resulta bastante previsible. El guión apunta algunas ideas interesantes, pero en conjunto el film resulta alargado, anodino, y además comete el imperdonable error de limitar la siempre bienvenida presencia de Soledad Villamil a unas pocas escenas.
En resumen: poca cosa.
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