"You're going to need a bigger boat."

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viernes, 19 de octubre de 2012

Películas recién vistas: BLANCANIEVES


Pablo Berger, después de Torremolinos 73, vuelve su mirada hacia el pasado. Hacia un tiempo pretérito de toreros y tonadilleras, de fiesta y flamenco, y también de cuentos de hadas… y mezclando todo ello con mimo y encanto, nos presenta su personal visión de Blancanieves.

Quien no guste del toreo y del flamenco torcerá un poco el gesto al acercarse, pero bueno, yo también tengo mis prejuicios (por ejemplo, Tom Hanks), o sea que allá cada cual. Pero si no hace falta que te guste el boxeo para disfrutar de las bondades fílmicas de Toro Salvaje y otros filmes ambientados en el mundo de las doce cuerdas, tampoco hace falta ser amante del arte de cúchares o del flamenco para zambullirse en el mundo en blanco y negro de Berger. Ambientes ambos, el del boxeo y el de los toros, muy denostados, y que sin embargo han proporcionado al lenguaje común numerosas expresiones de uso cotidiano...

Esta Blancanieves andaluza y salerosa se llama Carmencita, y como en todas las versiones del cuento, caerá irremisiblemente en las garras de Encarna,  una madrastra más mala que la tiña. Pero en la historia de esta niña aguardan unas cuantas sorpresas… grandes y pequeñas.


Difícil le resultará al bilbaíno Pablo Berger que alguien no piense en The Artist, para bien o para mal, en relación a Blancanieves (una sombra que, para Berger, no es amenazadora, sino que le viene bien). Berger, como Michael Hazanavizius, mira al pasado y lo hace con los modos de hacer del pasado: una película rodada en blanco y negro, no panorámica, muda y con numerosos guiños al modo de hacer de los maestros del cine mudo y de los genios del expresionismo de los años 20.

El apoyo de la música resulta fundamental en un film de este tipo. Berger, a diferencia de Hazanavizius, elige una música menos atorrante, más expresiva, con una curiosa relación con las imágenes en algunas escenas, y con inevitables (y bien jugados) guiños al mundo flamenco, que acompaña las inspiradas interpretaciones de todo el reparto. Brillan tanto los secundarios de lujo (Ángela Molina, José María Pou, Ramón Barea…) como las protagonistas: la niña Sofía Oría y Macarena García como Carmencita/Carmen, luminosas, y una Maribel Verdú siniestra y oscura que borda (y disfruta) su papel de villana absoluta.

Todos ellos habitan imágenes de gran belleza y expresividad en un film sin altibajos, bien llevado de principio (estupendo) a final (elegante y adecuado). Este pequeño cuento-pesadilla no pretende en ningún momento ser más de lo que es, y precisamente por ello triunfa y encanta donde The Artist se revelaba como un ejercicio estilístico hermoso pero poco satisfactorio. Ah, y el gallo Pepe le gana por goleada al repelente perrillo en simpatía, desde luego.



En resumen: muy, muy recomendable. Esperemos que los premios en el Zinemaldia donostiarra y la selección para representar al cine español en los próximos premios Oscar solo sean los primeros de muchos éxitos.

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