Con bastante retraso respecto a su estreno, veo por fin No, crónica del célebre plebiscito que convocó el infausto Pinochet en los últimos años de su mandato en Chile. Después vendría toda la charlotada de su arresto en Londres y otras zarandajas, y por suerte, poco después, su estiramiento de pata definitivo. Ay, aquellas vergonzosas imágenes de la también infausta Margaret Thatcher visitando al vetusto exdictador... pero estoy apartándome de la cuestión.
Filmada con una cámara como las que se usaban en la época para replicar en lo posible el aspecto de las imágenes de archivo que son parte fundamental del relato, el film de Pablo Larrain nos mete de lleno en la campaña electoral del plebiscito, que se convierte en una batalla personal entre un joven y brillante creativo (a quien da vida el conocido Gael García Bernal), reclutado por las fuerzas democráticas en pos del "no", y su veterano jefe, que pone lo mejor de su saber a favor del "sí".
Así, además de un estupendo retrato de los primeros estertores de muerte de la dictadura de Pinochet, No es una buena exposición de los recursos publicitarios aplicados a un objetivo electoral. Un film muy bien resuelto en todos los sentidos, que nos devuelve a finales de los ochenta gracias a su estupenda ambientación y a un ritmo que no se detiene. Aunque sepamos cómo termina la historia, el relato nos atrapa igualmente.
En resumen: muy recomendable.
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