Un drama contemporáneo sobre un tema bien conocido también en España, el papel de la iglesia católica en oscuros tejemanejes de adopción ilegal, es el entramado sobre el que el de sobra conocido Stephen Frears teje su más reciente film: Philomena.
La anciana irlandesa a quien da vida Judi Dench, estupenda como siempre, decide embarcarse en la búsqueda del bebé que se vio obligada a dar en adopción en su juventud, hecho que la ha atormentado desde entonces. Contará con la ayuda de Martin Sixsmith (Steve Coogan, también coguionista y productor), un desencantado experiodista político de la BBC que tiene sus propios problemas y fantasmas, pero que hará suya la búsqueda de Philomena. La historia está basada en hechos reales.
El film, de factura efectiva y clásica, funciona bien sin llegar a ser ninguna obra maestra, pero contiene suficientes sorpresas, giros y elementos de interés. Pese a que se trata de un film hecho para una audiencia masiva y contiene suficientes instantes "de lágrima fácil", Frears opta por la inteligencia y la contención, y se aleja de excesos artificiosos y desgarrados (como los que abundaban en la reciente y mucho menos afortunada Agosto, por cierto) y combina perfectamente la comedia y la intensidad dramática en muchos momentos del film. El personaje de la anciana Philomena está bien construido, huyendo de maniqueísmos y tópicos, y por supuesto el enorme empaque de Judi Dench hace que funcione en todo momento. La música de Alexandre Desplat, brillante como siempre, envuelve el relato.
En resumen: bien.
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