Hace dos años, el popular actor Paco León descubrió para el mundo del cine a su inimitable madre, Carmina Barrios, quien protagonizaba Carmina o revienta, una anécdota la mar de divertida, y agitó el mundillo cinematográfico español con algunas iniciativas innovadoras. Tras su éxito, repite León la receta en Carmina y amén, pero con un guion mucho más sólido y un elenco de intérpretes simplemente estupendo.
La protagonista absoluta es, de nuevo, Carmina, esta vez demostrando su capacidad para sobrevivir hasta a los golpes más duros de la vida: por ejemplo, la repentina muerte de su marido. León retrata un ambiente facilmente reconocible, tan certero como lo era en la primera entrega. Todas las escenas del velatorio de Antonio son simplemente soberbias, y no se pueden hacer elogios suficientes a la descacharrante terapeuta del reiki catalana a la que da vida Yolanda Ramos. León mezcla ágilmente la comedia costumbrista y el drama sin solución de continuidad, en un film que, aunque pierde el elemento sorpresa de la primera entrega, gana en poderío fílmico y estructura dramática en todos los sentidos.
En resumen: estupenda.
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