Es increíble que los responsables de esta nueva versión del monstruo radiactivo más famoso de todos los tiempos hayan sido capaces de hacerlo tan rematadamente mal, en todos los sentidos. Pese a los espectaculares efectos especiales y a la fidelidad a la imagen original del célebre monstruo (con ese Godzilla, fondón y con cara de mala leche, como debe ser), este film acumula tal cantidad de errores de bulto que ni siquiera se puede considerar una mala película de esas en las que te ríes.
Por comentar solo algunos aspectos, la acción tarda aproximadamente 40 minutos en arrancar, la manera en la que se presenta a los monstruos antagonistas de Godzilla es algo ridícula, y el film desvirtúa por completo la idea de Godzilla como fuerza de la naturaleza desatada convirtiéndole en una especie de salvador. Se echa de menos que el personaje de Ken Watanabe sea mucho más chalado y desatado; y el actor principal, Aaron Johnson, que también protagonizó Kick-Ass, es un trozo de carne sin ningún tipo de expresión humana racional. Súmese a eso una sorprendente morosidad en el asunto peleas de monstruos, por no hablar del final del film, que acumula varias escenas simplemente risibles. Eso sí, la banda sonora del versátil Alexandre Desplat es colosal.
En resumen: Godzilla merece algo mucho mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario