El descubrimiento de una posibilidad hasta entonces inimaginada está a punto de poner patas arriba el mundo de la California de 2049. En la oscurísima y opresiva mole urbana que antes fue Los Ángeles, K (Ryan Gosling), un replicante Nexus 8 encargado de “retirar” a aquellos de sus propios congéneres que no aceptan ser simples esclavos de los humanos, es el encargado de verificar si la aterradora posibilidad a la que apunta ese descubrimiento puede ser cierta…
La continuación de una de las películas más importantes e
influyentes de la historia del cine no podía haber caído en mejores manos.
Denis Villeneuve recoge el guante que representa semejante desafío y nos
zambulle en un futuro oscuro y desolado que envuelve la visión clásica de Blade
Runner y desarrolla las acertadas ideas que el film de Ridley Scott (ahora,
solo productor, por suerte) exponía. ¿Puede un ser creado artificialmente ser
realmente humano? ¿El ser humano, por poder hacerlo, tiene que crear vida? ¿Y
si la crea, es responsable de ella? ¿Y esa criatura artificial tiene alma? Una idea troncal que se relaciona claramente
con el mundo que nos rodea, porque no nos engañemos, en esa dirección va la
tecnología.
Villeneuve se rodea de un equipo soberbio para dar a luz un
peliculón como la copa de un pino. Dos horas y media largas de ciencia ficción pura de la buena, buena. Inmersiva, de ritmo pausado, de sobria
visualización de la urbe futura, tan real como desoladora e interminable, Blade
Runner 2049 cuenta con la fotografía de Roger Deakins, guión de Hampton Fancher
y Michael Green, una banda sonora simplemente maravillosa creada a cuatro manos
por Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch, y un excelente reparto: Robin Wright, Ana
de Armas, Sylvia Hoeks, Mackenzie Davis y un largo etcétera, incluido un
Harrison Ford que nos recuerda a todos nuestra edad y cuya senectud combina a
la perfección con el tono del film.
A años luz de tantos remakes y continuaciones faltas de
interés, Blade Runner 2049 justifica plenamente su existencia a golpe de poder
hipnótico, sense of wonder a raudales, ideas interesantes y momentos de gran
emoción y tensión. El plano de apertura, las introducciones de los personajes,
la escena final… Las continuas citas visuales a la original están perfectamente
imbricadas en la trama y no son simples pegotes para fans. Pero además el film de
Villeneuve, plenamente propio, capaz de crear escenas antológicas,
hermosas e inquietantes a la par, contiene numerosas ideas que dan para mucho,
mucho escarbar. Y ahí está el personaje de Jared Leto, por ejemplo.
Cualquiera que haya flipado tanto como yo con La llegada
encontrará en Blade Runner 2049 la confirmación de que la ciencia ficción tiene
en Denis Villeneuve uno de sus grandes pilares. No podemos menos que celebrar a
voz en grito que su siguiente proyecto es adaptar Dune. Hablando de valentía…
En resumen: colosal. Segundo visionado en pantalla grande
obligatorio, como mínimo.
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