El título me llamó la atención, le eché un vistazo y me dije, "esto promete". Y era cierto. El psiquiatra Irabu es el facultativo más chalado e impredecible que se pueda imaginar: forrado de pasta, infantil, fetichista de las inyecciones (que administra sean necesarias o no), irresponsable y desprovisto de cualquier asomo de seriedad, Irabu se cachondea de sus pacientes y les mete en tremendos embrollos con la excusa de aliviar los síntomas de sus enfermedades.
Okuda recurre al humor más descacharrante y absurdo para ridiculizar muchos de los tics de la psiquiatría y de la vida moderna en general: los teléfonos móviles, la obsesión por la propia imagen, el sexo… no hay nada sagrado. Y luego está la rivalidad entre la clínica de Irabu y el hospital cercano, o la extraña relación que Irabu mantiene con unos improbables iraníes que deambulan por un parque cercano. Por no hablar de la impagable y tétrica señorita Mayumi, la enfermera de Irabu…
Juntos, médico y asistente se enfrentan en capítulos autoconclusivos, a cada cual más tronchante, cinco pacientes (atónitos ante las reacciones de Irabu) aquejados, respectivamente, de extraños malestares, un tremendo caso de priapismo, un trastorno obsesivo-compulsivo, manía persecutoria o incurable adicción a los teléfonos móviles. Puedes leer un fragmento aquí.
En resumen: divertidísimo.
