"You're going to need a bigger boat."
miércoles, 19 de agosto de 2009
EL MONTÓN DE TEBEOS presenta... MARVELMAN
Por fin podemos llamar a este personaje por su nombre: MARVELMAN, y no "Miracleman"... éste último fue impuesto por Marvel, para evitar posibles confusiones, cuando la serie fue publicada por Eclipse en EE.UU. Marvelman fue creado por Mick Anglo en 1954, cuando la editorial británica que publicaba las aventuras de la familia Marvel se quedó sin material debido al litigio entre Fawcett y DC por el parecido entre sus dos personajes bandera, el Capitán Marvel y Superman. La similitud entre Marvelman (desde ahora, MM) y el "gran queso rojo" de Fawcett era algo más que notoria... Mike Moran era un joven con la capacidad de convertirse en un colorido superhéroe al pronunciar una palabra mágica, "Kimota". Acompañado de sus colegas en la lucha contra el crimen Young MM y Kid MM, vivió innumerables aventuras durante su andadura, que duró hasta 1963.
A mediados de los 80, el personaje vivió una segunda etapa en la revista británica Warrior, gracias a los guiones de Alan Moore, fan del personaje en su niñez y mocedad. Antes de iniciar su etapa americana en Swamp Thing, y de marcar un eterno antes y después en el mundo del cómic en general y en el género superheroico en particular con su Watchmen junto a Dave Gibbons, Moore, quien por entonces guionizaba también V de Vendetta y ya había demostrado su potencial con Captain Britain, actualizaba el concepto de MM y remodelaba su origen, que resultaba ser mucho más siniestro y menos ingenuo del que conocíamos hasta entonces. Después, hacía que el personaje ajustase cuentas con su pasado, y por último, años después, lo convertía en una especie de fría deidad benévola. Todo ello, dividido en tres libros, lo llevó a cabo Moore con la inestimable colaboración de grandes artistas británicos como Garry Leach, Alan Davis, Rick Veitch o John Totleben, entre otros.
Eclipse publicó el material de Warrior, bajo la obligada cabecera Miracleman, en los ochenta en EE.UU., adornándolo con portadas creadas por autores como Chaykin, Truman, Starlin o Gulacy, y la parte final de la serie, el libro tercero, que Moore creó cuando su fama ya estaba más que cimentada gracias a Swamp Thing y Watchmen. Esa es la edición en la que Forum basó la única (hasta ahora) edición de MM en España.
En los inicios de su MM, Moore ya apuntaba maneras de lo que sería su revolucionaria carrera posterior, tanto en los argumentos como en la manera de estructurar sus guiones. De hecho, en su acercamiento a MM el barbudo británico lleva a cabo una tarea de deconstrucción muy similar a la que sometería más tarde a la Cosa del Pantano. Partiendo de lo ya conocido, Moore le da la vuelta, inyectando nueva savia a base de ideas originales que transforman todo lo que sabíamos de MM, en el libro primero. Atrás queda el ingenuo origen ideado por Anglo (calcado del del Capitán Marvel), en el cual una especie de extraño sabio fantasmagórico llamado Guntag Borghelm condecía a Mike Moran la palabra mágica que le otorgaba superpoderes...
¡KIMOTA!
Desde su desaparición hace muchos años, Mike Moran ha llevado en su interior, sin saberlo, a MM... hasta que un inesperado incidente le hace renacer. Desde entonces, queda transformada por completo la vida de Mike y su esposa Liz. Tras su enfrentamiento con el antiguo Kid MM, MM descubre, de la mano de un agente gubernamental renegado, Mr. Cream, la verdadera historia de su nacimiento. El genio científico maléfico Dr. Gargunza, su archienemigo, resulta ser el principal artífice del proyecto Zarathustra, una investigación gubernamental ultrasecreta con tecnología alienígena robada, que da como resultado el nacimiento de MM y sus colegas.
Moore ya muestra sus habilidades narrativas, con una adecuada narración en off, ritmo perfecto y uso de numerosos recursos que refuerzan las historias. Dibujan este primer libro el exquisito Garry Leach, que modela a MM a partir de la imagen de Paul Newman pero respetando el aspecto de ubermensch ingenuo ideado por Anglo; y un joven Alan Davis, con la huella de Neal Adams bien visible en sus páginas, apuntando ya maneras aunque aún lejos de la estilización que le ha hecho famoso.
En el libro segundo, MM ajusta cuentas con su pasado y recibe con los brazos abiertos a su futuro. Se produce su edípico enfrentamiento definitivo con Gargunza, y nace Winter, su hija: una especie de hada, superpoderosa y sabia desde el mismo momento de su alumbramiento. Las referencias a los nazis (con MM como el ideal ario, a ojos de los sicarios de Gargunza) o a Nietzsche y su superhombre (Zarathustra) anuncian ya elementos que aparecerán también en Watchmen. Asimismo, en este libro Moore presenta a nuevos personajes que darán otra vuelta de tuerca al origen de MM, en el libro tercero. Las andanzas de MM en Warrior terminaron en mitad del libro segundo, como recordaba Lorenzo Díaz en uno de sus artículos para la edición de Forum; y el baile de dibujantes del arranque de la continuación, publicada por Eclipse, también provocó retrasos. Ilustran las historias Alan Davis, un correcto Chuck Beckum y Rick Veitch, brillando en particular este último, quien tiene en su haber la espectacular escena del nacimiento de Winter, que es mostrado sin elipsis alguna de forma explícita y detallista, y que por ello tuvo ciertos problemillas de censura en EE.UU. en el momento de su publicación por parte de Eclipse.
Y en el tercer libro, último de la etapa de Moore al frente del personaje, MM se convierte en algo más que un superhéroe. Un dios que observa a los seres humanos y que medita incansablemente sobre su vida anterior, rodeado de las maravillas sin cuento que él y los suyos han creado... pero solo. Moore cuenta cómo hemos llegado a ese estado de cosas en un elegante flashback, narrado en primera persona por el propio MM, cuyo uniforme ahora recuerda más al de un monarca que al de un superhéroe. Un largo tiempo separa estas páginas de las del libro primero, y Moore ya tiene más experiencia. Ya ha remodelado a la Cosa del Pantano, inventándose de paso a John Constantine; ya ha creado Watchmen, y su visión del personaje de Anglo es mucho más poética y ambiciosa, y ello se refleja en la riqueza del lenguaje y en las referencias que utiliza.
Evidentes resonancias de mitos griegos o Shakespeare (también vistas en Watchmen, por ejemplo), o elementos que ejempplifican la condición divina de MM, como la superioridad que demuestra frente a una Margaret Thatcher atónita y senil (idea que Mark Millar recuperará en su The Authority, y que Dan Jurgens "cita" en su Thor) jalonan cada paso del tercer libro, lleno de detalles, abigarrado (incluso a veces demasiado recargado), brillante, majestuoso, en el que MM y los suyos instauran una verdadera utopía en la Tierra tras la terrible batalla final con el trastornado Kid MM, convertido en una terrible máquina de muerte y destrucción; un mundo nuevo en el que los muertos resucitan y quien lo desea puede convertirse en un ser sobrehumano. Una tierra transformada en un Edén pagano que MM, MarvelWoman y demás dioses (porque ahora él, y su contrapartida femenina, y su hija, y los alienígenas que se convierten en sus aliados, son dioses) observan desde su Olimpo particular, una descomunal ciudadela de varias millas de altura, visible desde el espacio, erigida sobre las ruinas de lo que fue Londres, para no olvidar que "toda utopía se construye sobre huesos humanos".
El cambio de tono de la serie es notorio, desde una entretenida mezcla de ciencia-ficción y superhéroes hasta una especia de elegía épico-trágica, mucho más estilizada, menos ingenua, más rica y detallista, tanto en la manera de narrar de Moore como en el arte de un John Totleben en estado de gracia, eficazmente apoyado en el color por Sam Parsons. Cerrando el libro tercero, Moore culminaba su etapa en el personaje, y su MM se convertía en una nueva obra genial en su trayectoria.
LLEGA GAIMAN
Y así terminaba el tiempo de Moore como timonel de los destinos de MM. Después vino el cuarto libro, obra de otros dos británicos geniales, Neil Gaiman y Mark Buckingham, que retomaban al personaje y continuaban la interesante visión "divina" inaugurada por Moore. En sus primeros capítulos, el autor de The Sandman recogía algunas ideas de Moore sin avanzar demasiado en ellas, pero sin resultar redundante ni aburrido: peregrinos ascienden las miles de millas de la ciudadela de MM para pedirle dones; un Andy Warhol (uno de los muchos clones del artista que pululan por la ciudadela) se relaciona con un proyecto de resurrección de Gargunza; Marvelwoman enseña una lección a un pobre mortal obsesionado con su perfección de diosa; imitar el peinado y la vestimenta del terrorífico Kid MM se convierte en moda juvenil; el niño que conoció a MM antes de su batalla final con Gargunza recuerda su vida pasada; un bebé cuasidivino nacido de la semilla de MM trata de consolar a su madre, que no es más que humana...
Este libro se titula The Golden Age, y describe el apogeo de la utopía divina de MM y los suyos, culminando en la concesión del poder de volar a todos los seres humanos. Gaiman, que dedica su obra a Moore (sin el cual él no escribiría cómics, afirma), narra con soltura, con adecuado uso de los textos de apoyo, siempre desde el punto de vista de alguno de sus protagonistas. Gaiman presenta un conjunto de historias aisladas, con escasa presencia de MM, y protagonismo coral, que no avanza en ninguna dirección en especial, sino que se recrea en el status quo ideado por Moore en el libro tercero, enriqueciéndolo con detalles propios y "presados" de Moore.
Se luce Mark Buckingham, en páginas en las que el artista que ahora nos deleita en Fábulas pone en juego múltiples estilos y recursos, distintos para cada historia, e incluso variando de acabado a lo largo del mismo capítulo, en un verdadero festival de virtuosismo gráfico, a veces incluso innecesariamente "variado", que resulta más afortunado en unas ocasiones que en otras, pero que demuestra el inmenso talento del artista.
Un truncado quinto libro, obra también de Gaiman, se llamó The Silver Age y sólo llegaron a publicarse dos capítulos (que no he leído); y el hipotético sexto libro, titulado The Dark Age, auguraba un cambio a peor de esa situación, y un posible fin de la utopía. Pero nunca hubo un quinto libro... Un tomo denominado Apochryfa contiene varias historias breves a cargo de diferentes autores (tampoco lo he leído).
Ahora que, tras el larguísimo litigio que se produjo en los noventa y que impidió la continuación de la interesante etapa de Neil Gaiman (inédita en nuestro país), Marvel ha adquirido los derechos del personaje, es de esperar que se produzca una reeedición de todas estas historias... Curiosamente, la misma editorial que obligó a Eclipse a publicar MM como Miracleman (cabecera bajo la cual apareció publicado en España por Forum, en ¡1990!) es la propietaria del personaje, ahora. Marvel aún no ha anunciado ningún plan firme de reediciones de material antiguo o de posibles nuevas aventuras de MM, firmadas por Gaiman o no; o si el personaje pasará a integrarse en el vasto universo de la Casa de las Ideas.
Sabido es que Alan Moore siempre se ha negado a trabajar con Marvel debido a diferentes disputas, como por ejemplo el obligado cambio de nombre de MM para su publicación en EE.UU., mencionado al principio de este artículo. ¿Cambiará la actitud del barbudo de Northampton, ahora casi retirado del mundo de los cómics...? Quién sabe. El tiempo lo dirá...
Más información, y desde luego mucho más autorizada y pormenorizada, aquí, aquí y aquí.
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1 comentario:
Menos escribir y más dormir, a ver si tomamos algo algun día no????, ya soy seguidora de tu blog Thorrr-pedo¡¡¡¡
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