"You're going to need a bigger boat."

"You're going to need a bigger boat."

lunes, 30 de noviembre de 2009

RODEADO DE SERIES: THE WIRE


Parecía difícil encontrar una serie que igualase e incluso superase en calidad a los dos buques insignia de la HBO, The Sopranos y Deadwood. La aproximación más original y vibrante al tema mafioso desde Goodfellas, obra de David Chase, y el antiwestern hiperrealista, político y sucio creado por David Milch, parecían cumbres de altura imposible de superar. Pero también de la mano de la HBO, llegó otro David, esta vez apellidado Simon, junto a su colega Ed Burns, y un equipo de guionistas de postín con novelistas como George Pelecanos, Richard Price o Dennis Lehane en él... y entre todos parieron The Wire, un verdadero logro en todos los sentidos, que no deja pequeñas a las obras de los otros dos David, pero que desde luego, en términos de calidad, se tutea con ellas sin problema y en opinión de muchos llega a superarlas.

The Wire comienza como una más de entre las muchas entregas televisivas que giran alrededor del trabajo de la policía; esta vez, se trata de un equipo especial de pies planos que le siguen la pista al capo del tráfico de drogas en uno de los peores barrios de Baltimore: el lugar al que todos se refieren como "las casas baratas". Lo que en un primer momento puede parecer otra serie más enseguida se convierte en algo mucho más interesante, porque The Wire cuida por igual a todos los personajes: los policías, los traficantes, los chavales del barrio que empiezan en el negocio... Personajes como el imperfecto detective McNulty; el traficante Avon Barksdale, su sobrino D'Angelo, y su mano derecha, el astuto Stringer Bell; el drogadicto Bubbles y su colega, siempre en busca de su próxima dosis; o uno de los grandes hallazgos de la serie: Omar Little, el pandillero que roba dinero y drogas a los traficantes y siembra el terror a su paso... Sus caras y sus nombres se van volviendo familiares para nosotros, y nos sorprenden paso a paso porque todos ellos se comportan como personas, no como personajes; y para cuando queremos darnos cuenta, estamos irremisiblemente enganchados.

Omar, el pandillero del pandillero.

Y tras la excelente primera temporada, llega la segunda, y el centro de atención se vuelve hacia los muelles de la ciudad, y al mismo tiempo la serie sigue desarrollando la trama relacionada con la policía y el tráfico de drogas, y la situación de violencia y miseria generalizada que rodea a quienes viven en "las baratas". Nuevos personajes se unen a los que ya conocíamos. Unos ganan protagonismo, otros lo pierden, y poco a poco comprendemos que The Wire es un proyecto mucho más ambicioso que una simple "serie de polis", como puede ser la entretenidísima The Shield, por ejemplo. La serie, aunque parezca mentira, se vuelve aún mejor.

Excelentemente llevada, con una trama absorbente, original y sin concesiones, The Wire continúa mejorando en su tercera temporada, donde todo lo anterior se entrelaza con la carrera a la alcaldía de un ambicioso candidato blanco en una ciudad "negra". La cuarta temporada lidia con el sistema educativo, y los problemas de los chavales de barrios marginales, que conviven con la droga y la violencia desde la infancia. La quinta y última parte de la serie cierra todas las tramas interrelacionadas, añadiando además una fascinante reflexión sobre los medios de comunicación y su ética a través de la historia de varios periodistas del Baltimore Sun (el periódico donde David Simon trabajó como reportero, años atrás...). Todo ello trufado de sorpresas, de momentos magistrales dentro de un desarrollo que raya a un altísimo nivel. No es exagerado decir que The Wire, simplemente, mejora episodio a episodio.

Mc Nulty, un poli de los pies a la cabeza, en todos los sentidos.

La lección de The Wire es difícil de tragar, y por eso la serie atesora tanta calidad. Con la ciudad de Baltimore como telón de fondo, la serie viene a decirnos, en resumen, que la vida no es perfecta ni lo será jamás. Los problemas de una sociedad se perpetúan, porque los "verdaderos poderes" nunca permitirán que nadie saque los pies del tiesto y pruebe fórmulas nuevas que puedan socavar su autoridad. Nadie puede salirse de su sitio. Los chavales de los barrios pobres no saldrán nunca de sus casuchas, de la violencia, de las drogas. Los traficantes de drogas siempre serán eso, traficantes, peleando entre sí por las esquinas. Los policías que ascienden a puestos de mando nunca podrán llevar a cabo reformas que acaben con la desidia, la corrupción, el amiguismo. Los políticos, tanto los bienintencionados como los no tan bienintencionados, siempre chocarán con intereses y presiones para que mantengan las cosas como están. El implacable aparato social acabará engulléndolos a todos, lo quieran o no, lo sepan o no. Y el sistema se perpetuará a sí mismo, continuamente.

Así lo demuestra la sucesiva resolución a lo largo de la serie de las tramas que afectan al joven Michael y a su amigo Dukie, que heredarán los "papeles" de otros dos personajes... o al impresionante personaje de Omar, uno de los grandes hallazgos de la serie; o al astuto y calculador Stringer Bell y al violento Marlo, dos traficantes tan diferentes como el agua y el aceite... o al alcalde Carcetti, al teniente Daniels, al díscolo McNulty, al comandante Colvin (y la fascinante idea de éste último sobre cómo afrontar el tráfico de drogas)... Tantos y tantos personajes, tantas y tantas historias que se entrecruzan en las calles de Baltimore a lo largo de los 60 episodios de The Wire, una serie que para gente mucho más autorizada que yo (por ejemplo, Jason Aaron, guionista de Scalped), es lo mejor que ha dado la ficción televisiva en toda su historia. No es decir poco...

Stringer Bell, un narcotraficante como ningún otro.

Si Los Soprano o Deadwood tienen algún que otro altibajo (no muchos, es cierto, pero alguno hay), The Wire no padece de ese mal, sino todo lo contrario. Porque The Wire parece menos "ficción" y más "realidad" que cualquier otra serie de TV. A ello contribuyen sus excelentes guiones y su cuidadísima factura técnica, alejada de toda tentación "peliculera": por ejemplo, la música no se utiliza como elemento decorativo en la serie, a excepción de contadísimos momentos de "recapitulación", sino que suena "dentro" de la serie. Oímos la música que se oye en cada momento en cada escena.

Y si The Wire deja una huella imborrable, muy prometedor se presenta también el próximo proyecto de David Simon (autor también ha creado la interesante Generation Kill, ambientada en la guerra de Irak): Tremé, sobre la Nueva Orleans post-Katrina, con Wendell Pierce (quien interpreta en The Wire al detective Bunk Moreland) como uno de los protagonistas. Hablando de realidad...

Más información, aquí.

4 comentarios:

Critical + dijo...

Obra maestra absoluta. Lo que el Padrino significa para el cine, The Wire lo es a las series de TV. Que emitan tanto bodrio y reposiciones por la TV en abierto y joyas como ésta sólo las emitan (emitieran) de pago... TV de calidad, JA

BELDARIN dijo...

El sumun de la series. Fantastica, obra maestra se me acaban los calificativos cada vez lo paso mejor con ella y de verdad un serion. Por cierto te invito ha que te pases por mi blog.

Pablo G. Naranjo dijo...

Impresionante post- Me tienes como incondicional seguidor

Mikel dijo...

Gracias Ternín!