"You're going to need a bigger boat."

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lunes, 29 de marzo de 2010

Mis películas favoritas: CABARET


Hay dos películas de Bob Fosse que ocupan un lugar muy destacado entre mis preferidas. Las dos son musicales, las dos son innovadoras, las dos son fascinantes y las dos son muy diferentes. Una de ellas es autobiográfica, incluso hasta extremos inquietantes, y se llama All That Jazz, y de ella tocará hablar otro día. La otra es Cabaret.

En el Berlín de los años de Weimar, la estrella del bullicioso cabaret Kit-Kat Club es la norteamericana Sally Bowles (inimitable, frágil, luminosa, fascinante Liza Minnelli), quien vivirá una historia de amor inesperado con el joven y bisoño Brian (Michael York), con el telón de fondo de una capital alemana que vive (bueno, más bien contempla pasivamente), entre otros fenómenos, la cada vez mayor influencia del partido nazi y sus ideas. Pero eso no importa en el cabaret. Ya lo dice el Maestro de Ceremonias (maravilloso, burdo, procaz, seductor y terrorífico Joel Grey): los problemas se quedan fuera...

Cabaret nace de los relatos de Christopher Isherwood, convertidos primero en obra de teatro, y después en musical de Broadway, y finalmente en guión de cine (y, en nuestros días, de nuevo en musical). Cabaret no puede dejar indiferente, gracias al excepcional trabajo de su director y su excelente guión. La película, a la cual solamente un film de la categoría de El Padrino pudo arrebatar el Oscar a la mejor película en un año en el que arrasó en prácticamente todas las demás categorías con ocho galardones, no solamente es una gran película, sino que es el musical perfecto, en palabras de alguien tan autorizado como Vincente Minnelli.

Fosse logra la integración total de los números musicales en el argumento de manera sutilmente diferente a la utilizada por el Hollywood clásico, gracias al montaje paralelo de escenas que transcurren dentro y fuera del Kit-Kat Club. Así, cada canción, cada pieza escénica forma parte de la historia, y subraya a cada paso un aspecto de la trama y del reflejo que hace de la sociedad alemana de la época y de la eclosión de un partido racista, xenófobo, que sin embargo es visto como una solución contra otro problema que se considera mayor: el de los judíos.

La cristalina certeza con la que Fosse expone este fenómeno alcanza su mayor expresión en el célebre, electrizante, turbador y terrible Tomorrow Belongs to Me que entona un jovencito nazi y al cual se unen con entusiasmo quienes le rodean: una escena escalofriante a la cual además Fosse añade un plano final que corta como una navaja de afeitar: en pleno fervor de exaltación nazi, el Maestro de Ceremonias nos mira y asiente, sonriendo.

Paralelamente a todo ello, la historia de Sally y Brain se resolverá de manera triste, y la muerte de sus sueños, exceptuando la quimera que representa la ambición de Sally de triunfar como actriz, representa el fin de la esperanza para Alemania, que al final de la película, como muestra el reflejo distorsionado del público del club en el cierre del film, se une bajo el estandarte de la esvástica...

Más efectiva aún resulta la película en su demoledor mensaje, porque nosotros, como en Titanic, como el Maestro de Ceremonias, sabemos lo que viene después... El fascinante histrión que compone Joel Grey (qué gran Joker hubiese hecho este hombre en un film de Batman) es el hilo conductor del film, y como el Berlín que refleja, es grosero, zafio, sucio, horrendo, inquietante... y sin embargo fascinante.

Es casi ocioso, a estas alturas, decir esto, pero no deja de ser cierto. Tanto las canciones, muchas de ellas compuestas por John Kander y Fred Ebb de manera especial para el film para acomodarse a las innovaciones de Fosse introdujo en la historia , como las interpretaciones de las mismas a cargo de una Liza Minnelli en verdadero estado de gracia, como actriz y como cantante, son tan soberbias que ponen los pelos de punta. Eso, por no hablar de las inconfundibles coreografías de Fosse, auténtico renovador del mundo del musical, tanto en el teatro como en el cine, y del cual cierto joven prodigio de apellido Jackson y de nombre Michael aprendió una o dos cosas a la hora de bailar... y si no, véase cómo interpreta Fosse a la serpiente en la adaptación cinematográfica de El Principito, y sáquense conclusiones.

Una película inmejorable, irrepetible, mágica. Imprescindible.

9 comentarios:

David dijo...

Una estupenda reseña, Mikel. Con ese adjetivo basta (je,je).
Si no recuerdo mal, cuando el crío canta la de Tomorrow, se le unen todos menos algún viejo lugareño, que imagino que sabe lo que se avecina. La película, un peliculón, claro.

Mikel dijo...

Tienes razón, hay un viejo que sacude la cabeza, con expresión deimpotencia...
Gracias por el comentario! Y lo de los adjetivos, pues mira, chico, simplemente me dio por ahí.

Nonchalant Debonair dijo...

También ha sido una de mis películas favoritas desde que era un crío. No tanto por la historia que cuenta (aunque la subtrama del trepa que se enamora de la rica judía a pesar de saber que eso le pone en peligro, siempre me fascinó) como por los números musicales y cómo estos se interrelacionan con lo que sucede fuera del escenario. Y, claro, auque la Minelli está maravilosa, por Joel Grey.

Nonchalant Debonair dijo...

Oh, se me olvidó añadir. La vi tantas veces que me sabía los diálogos de memoria (canciones incluídas). Todavía los recuerdo.

Mikel dijo...

Je, y yo! Es que es muy buena!
Gracias por el comentario!

Anónimo dijo...

Donde esté la escena de Toulouse-Lautrec y el elefante.....y el resto de la peli....ganas de llorar me daban y todo....

Mikel dijo...

Euh? Toulouse-Lautrec? En CABARET? Qué es eso, la edición coleccionista?

Pepo Pérez dijo...

Joder si habré visto yo veces Cabaret... Bob Fosse fue muy grande.

Mikel dijo...

Cada vez que la veo, me gusta más, Pepo! Es un pe-li-cu-lón! Gracias por el comentario!