"You're going to need a bigger boat."

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jueves, 15 de septiembre de 2011

EL MONTÓN DE TEBEOS presenta... NEMESIS

Mark Millar ataca de nuevo. Descubierto el filón de sus propias creaciones, el escocés añade un nuevo exitazo a Wanted y Kick-Ass con este Nemesis, que para mi gusto supera bastante a sus predecesores.  Aviso: spoilers ahead...

La manera más acertada de definir Nemesis es la que propuso el astuto Millar para promocionar la serie: un Bruce Wayne malvado. Un tipo inteligente, con recursos ilimitados a su disposición y sediento de venganza, se lanza en pos de un "superpolicía" con quien tiene una cuenta pendiente. ¿Quieres caos? ¿Quieres víctimas por cientos? ¿Quieres desafío a la autoridad? ¿Quieres destrucción masiva? Nemesis es tu hombre.

Para ilustrar Nemesis, Millar cuenta con Steve McNiven, su compañero en dos de sus grandes éxitos: Civil War y Old Man Logan. McNiven da el do de pecho: con su propio entintado, aporta un resultado mucho menos envarado que el de Dexter Vines en las mencionadas obras. McNiven alterna un tono blockbuster (predominan las viñetas panorámicas y las splash-pages) con citas explícitas al estilo manga en un trabajo realmente redondo, perfectamente adecuado al tema que ilustra. Al igual que la presencia de John Romita Jr. en Kick-Ass, la participación de McNiven en Nemesis no hace sino reforzar el carácter de "leñazo antigénero" de la obra, de mucho mayor calado que el de Kick-Ass.



Una primera lectura dura un suspiro, pero su parte final deja una huella que permanece en la memoria durante bastante tiempo, y sugiere una relectura, o varias, para ir captando detalles aquí y allá que nos revelan que Nemesis es algo más que un tebeo hiperviolento donde un tipo con capa vestido de blanco disfruta perpetrando animalada tras animalada, superando ampliamente en refinamiento y cantidad numérica a Kick-Ass, por ejemplo.

El hecho de que el "villano" vista de blanco es sólo la primera de las subversiones del concepto habitual de "malo" que representa. Nemesis es una especie de superterrorista del siglo XXI, alejado de delirios megalómanos de poder y de fantasías de dominación mundial. Así, ¿cuál es el sentido de sus desmanes? ¿La venganza, como parece desde el principio? ¿El dinero? ¿El número de teléfono de Naomi Campbell? Nada de eso. El móvil de Nemesis es… el aburrimiento.


En un sorprendente giro final, desenmascarada la impostura del supuesto héroe y resquebrajadas las estructuras del poder establecido, nos encontramos con que el terrorista perfecto, el supremo manipulador, el asesino definitivo es algún ricachón a quien ni siquiera llegamos a conocer: un diletante, un primo lejano de Paris Hilton forrado hasta las patas. Un tipo que en vez de escribir cartas y diarios como los victorianos, de convertirse en mecenas del arte, de construir su propio Shangri-La y recluirse en él como Charles Foster Kane, o saltar de discoteca de lujo en discoteca de lujo encendiendo porros con billetes de cien dólares… o peor aún, dedicar su dinero sin fin a combatir el crimen con una identidad secreta… invierte una buena pasta en convertirse en supervillano, por obra y gracia de una oscura multinacional que ofrece a los ricos el hacer realidad sus fantasías más delirantes. Y, además, solo es uno de los clientes de la multinacional.

¿Exagerado? Sí. ¿Manipulador? También. ¿Divertido? Sí. ¿Inteligente? Mucho. ¿Rompedor? Bastante. Sale un tipo con máscara y capa. ¿Esto es un tebeo de superhéroes? Nada de eso. No hay en Nemesis un Superman que le pare los pies a este Lex Luthor y recupere el equilibrio del statu quo, porque Nemesis no es Lex Luthor. Para entendernos, no es que gane el malo… es que el malo ya ha ganado desde antes de que abramos el tebeo.



Nemesis es un reflejo sardónico, pasado de vueltas a propósito, tan guiñolesco y salvaje como certero, de la época que vivimos. Un tiempo en el que gente "en las sombras" decide dónde y cuándo se producen los cataclismos (económicos y de otras clases: recordemos los famosos virus de gripe y similares...), y las instituciones y los mecanismos de poder tradicionales asisten impotentes a ello, o son simples herramientas en sus manos. Un mundo en el que los privilegiados no pisan el suelo porque van del avión al coche de lujo, de ahí al ascensor privado de empresa y a sus superdespachos, y de ahí al garaje de sus mansiones de ciencia-ficción… En el mundo de hoy, donde el dinero puede comprarlo aparentemente todo, la idea de Nemesis, que tampoco es especialmente original (recordemos El Malvado Zaroff, The Game…) no resulta descabellada en absoluto.

Así, Millar y McNiven nos presentan un tebeo interesante… y no sólo porque se aleja de lo habitual en los últimos años en Marvel y DC, con sus endogámicos e interminables crossovers, sus crisis, asedios y relanzamientos, que cada vez resultan más aburridos. Ya el mismo Millar, en su estupenda versión de The Authority (uno de sus mejores trabajos), sacaba oro de la idea de un grupo de héroes que decidían actuar de acuerdo a sus poderes, y plantarle cara al statu quo, en vez de mantenerlo (como sucedía, pese a su alto contenido macarra y molón, en The Ultimates). Baste recordar a quién enviaban los poderes establecidos a pararles los pies a The Authority para ver por donde van los tiros de la ácida crítica de Millar, que continúa en Nemesis.

Ahora va más allá, en busca de algo nuevo, o así lo quiere insinuar en el texto con el que despide Nemesis, en el cual aboga por nuevos horizontes y por menos apoyarse en creaciones ajenas. ¿Será así? Lo dice un autor que, si mal no recuerdo, tiene como próximo proyecto, entre otros… una continuación de Kick-Ass y otra, se dice, de Old Man Logan. Ojalá sea cierto que esto sólo es el principio...

Uno de los tebeos del año. Bienvenidos al siglo XXI, gente.

PS: Dos reseñas mucho más autorizadas: la de Santiago García y la de Pepo Pérez en sus imprescindibles blogs.

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