El argumento de la exitosa novela de David Vann es sencillo: un tipo con problemas se lleva de excursión (por un año) a su hijo a una cabaña en una remota isla de Alaska, para vivir "como antes": cazarán su propia comida, en la naturaleza… Como puedes imaginar, no es la solución a los problemas. Claramente dividida en dos partes, la trama funciona mejor en la primera que en la segunda, que se vuelve anodina.
Con sinceridad, no me ha parecido para tanto. Al igual que otra novela de similares características, La Carretera (léase, ambiente chungo, padre e hijo solos, el mundo cruel, la supervivencia, bla bla bla), es una de esas historias alegóricas que su autor dirige hacia donde le interesa. Resulta (intencionadamente) desagradable, como cualquier película de Michael Haneke, por ejemplo. Pero la empatía con los personajes no existe. Es una tragedia tan desoladora como artificial.
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