Una característica que abunda en este primer volumen de Saga y que está lamentablemente del 90% del cómic norteamericano comercial actual es… la diversión. Con ingenio, sin excesivas pretensiones, sin inventar nada y con el sano propósito de entretener y sorprender, Brian K. Vaughan regresa con una nueva serie, esta vez para Image, bebiendo de numerosas influencias y mezclando con estilo la fantasía y la ciencia-ficción.
Dos jóvenes. De orígenes diferentes, ambos desertores, ambos proscritos, unidos por el bebé que tienen en común y perseguidos implacablemente mientras tratan de huir de la eterna guerra que enfrenta a sus razas.
Así arranca Saga, que proporciona sana diversión, abundantes sorpresas y cuenta además con los excelentes dibujos de Fiona Staples, única responsable en el apartado gráfico (dibujo, tinta, color, portadas) que hace hincapié en la expresividad y los diseños de personajes (y consigue dibujar un bebé que PARECE un bebé, cosa que muchos colegas de profesión no parecen capaces de hacer…).
Saga se une así a una (por fortuna) creciente nómina de series que compensan el mortecino discurrir de la línea Vertigo (aceptémoslo, solo Scalped, American Vampire y The Unwritten mantienen el nivel) y nos hacen recuperar la fe en el cómic americano, fe que es fácil perder viendo una Marvel plúmbea y sin rumbo y una DC perdida en sus propios laberintos de colorines. Me refiero a series como AIDP, Irredeemable, Chew, Los Muertos Vivientes, Atomic Robo, Locke & Key...
En resumen: estupendo, y además deja con ganas de más.
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