La adaptación que ha realizado David Cronenberg de la obra homónima de Don DeLillo es un film extraño, hermético, oscuro, a ratos fascinante, a ratos confuso, y desde luego no apto para cualquier tipo de público… aunque esto no es ninguna sorpresa.
El retrato de Eric (un apañado Robert Pattinson, a quien le constará mucho quitarse de encima la miasma de Crepúsculo; al menos, lo intenta) como un ser amoral, decadente y autodestructivo, tan completamente forrado de dinero como desprovisto de la más mínima humanidad, es tan despiadado como acertado, aunque no excesivamente original. El film contiene unas cuantas reflexiones muy certeras acerca del mundo en el que vivimos, de mayor valor aún porque Don DeLillo las realizó muchos años antes del desmoronamiento del "cibercapitalismo" que vivimos… bueno, lo vivimos algunos más que otros, en realidad. Unas cuantas reflexiones certeras… y poco más.
Quizá el problema está no en la fuente (la novela, que no he leído aún, habrá que remediarlo…) sino en la manera de afrontar el tema que elige Cronenberg para su guión. Aunque no cae en los abismos de sosería de la inenarrable Un método peligroso, Cronenberg escribe y filma una película con una estructura harto repetitiva de personajes que entran y salen de la exigua trama que vive Eric. Los personajes hablan mucho pero explican poco, y casi ninguno de ellos deja excesiva huella: algunos porque no se les entiende, de tan abstractos que son; otros, porque tampoco dicen nada nuevo.
"I need a haircut." |
Y pese a que el tour de force final de un competente Pattinson y el siempre bienvenido Paul Giamatti (qué voz, qué voz) resulta impactante, al final uno se queda con la sensación de que falta algo. ¿Qué? No lo sé… pero no está. Quizá es lo mismo que busca Eric tan desesperadamente, sin necesitarlo realmente. Sea lo que sea, bien porque no está, o porque está, pero me supera intelectualmente (tampoco sería extraño)… no lo veo.
En resumen: frustrante.
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