Nobbs sigue triunfando con la brillante sátira de la rutina, el empleo gris, los sueños incumplidos, y sobre todo, el aburrimiento de Reggie, que abandona enseguida su nueva identidad al darse cuenta de que todo el mundo ha descubierto su engaño. Tras ser despedido por C.J., Reggie se ve obligado a trabajar en una granja para cerdos, y después tiene una nueva idea: abrir una tienda llamada Basura, en la que solo se venden objetos inservibles. Contra todo pronóstico, la tienda se convierte en un éxito y da lugar a una empresa multinacional… y entonces Reggie decidirá, naturalmente, echarla abajo.
Los secundarios que ya conocemos regresan, tan chalados como siempre, y Nobbs crea situaciones absurdas una tras otra, ante las cuales es imposible no partirse literalmente de risa. Aunque, al mismo tiempo, la risa puede helarse un poco en la cara cuando descubrimos que realmente todos estos personajes no están tan alejados de la realidad… Y que entre tanto humor y tanta chaladura, Nobbs toca temas como el racismo y la extrema derecha, el consumismo salvaje (las tiendas Basura son una profecía acerca de los inmensos bazares chinos llenos de cosas bizarras que encontramos a cada paso en nuestras ciudades), y sobre todo, esa frustración, ese terrible aburrimiento que siempre acecha cada día…
En resumen: brillante es la palabra. ¿Recuerdas la serie de televisión?
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