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jueves, 4 de junio de 2015

El montón de tebeos presenta... DAREDEVIL de FRANK MILLER y KLAUS JANSON


La sombra del trabajo de Frank Miller con el héroe ciego de Marvel se extiende hasta nuestros días. Solo la huella dejada por Miller en un icono de ficción universal como Batman puede equipararse al efecto que su versión de Daredevil tuvo para el personaje y para los lectores que quedaron (quedamos) asombrados por ella. Aún hoy la andadura de Miller en Daredevil sigue siendo un verdadero ejemplo de cómo se cuentan historias en viñetas.

A principios de los ochenta, una historia se repitió varias veces: como antes pasó con Jim Starlin, a un joven Chris Claremont le habían encomendado una serie por la que nadie daba un duro (y ya sabemos lo que pasó), y a otros jóvenes autores se les colocó en tareas similares. Uno de estos jóvenes fue Frank Miller, quien primero como dibujante y luego como autor completo revolucionó a uno de los héroes de segunda fila de Marvel hasta convertirlo en un personaje que desde entonces ganó en importancia y peso en la Casa de las Ideas. La huella es bien visible, por cierto, en la excelente versión televisiva recién estrenada en Netflix.


Miller, ya en los primeros momentos de su estancia en la serie, demostró que su estilo gráfico estaba a años luz de cualquier otra serie Marvel de la época. Fusionando influencias tan variadas como Gil Kane, Will Eisner y Lone Wolf & Cub, el grafismo de Miller y su espectacular manera de ilustrar las escenas de acción llamaron la atención desde el primer momento. No es ajeno al impacto gráfico de aquellas primeras páginas el entintado de quien ya entonces era todo un referente en su trabajo: Klaus Janson. Y no olvidemos la presencia como editor de otro de los personajes clave de los últimos treinta años, si hablamos del cómic americano: Denny O'Neil. 

Las historias de Roger MacKenzie, en cuyos argumentos colaboraba Miller activamente, eran un tanto deslavazadas. Destacó sin duda la que narraba el enfrentamiento entre Daredevil y Hulk en pleno Nueva York, una historia sólida y una virguería gráfica que ya auguraba lo que estaba por llegar. Pero cuando Miller cogió las riendas de la serie como autor completo, es cuando la emoción se disparó. 


Dos elementos clave aporta en su visión del personaje: por un lado, remozar a un personaje ya conocido como Kingpin, a quien dota de una dimensión trágica muy en la onda del Don Corleone de Mario Puzo; por otro, crear a un personaje inolvidable: la asesina griega Elektra, antiguo amor de juventud de Matt Murdock, ahora enemiga mortal. De pronto, el tebeo se convirtió en un noir en toda regla, con escasísimas incursiones de otros personajes Marvel, con políticos corruptos, periodistas en el filo de la navaja, mujeres fatales de verdad, mafiosos de medio pelo y de altos vuelos… y en el centro de todo ello, un héroe atormentado, que hacía malabares entre su atribulada vida personal y profesional y su papel de justiciero urbano. 

MIller reflexiona en las historias sobre la violencia, la ley y la justicia, con un héroe furioso y permanentemente frustrado, siempre en el borde de convertirse en un justiciero desenfrenado, pero a quien la bondad y la responsabilidad atemperan. Kingpin es un personaje también brillante: un mafioso supremo, que manipula a todo y todos sin excepción. La cúspide del paso de Miller y Janson por la serie lo constituyen los episodios que narran, primero, el complot de Kingpin para colocar a un candidato "suyo" en la alcaldía de Nueva York, y por otro, el enfrentamiento entre Bullseye y Elektra, que acaba con la muerte de esta, y con Daredevil destrozado. Contribuye a ello, por un lado, el supremo refinamiento que la expresividad narrativa de Miller alcanza en estas historias, y por otro, el acabado gráfico de Janson, color incluido (y esto es muy importante), cada vez con más peso en la serie a medida que Miller va pasando a realizar más bocetos que lápices.


Desde la muerte de Elektra, aunque las historias siguen manteniendo un nivel excelente, Miller parece algo menos centrado en Daredevil que en su personaje fetiche de aquellos años, y recurre a ideas y personajes ya explorados de manera algo más alargada y tópica. La cumbre llega al final: la impresionante, aún hoy, historia que cierra la saga, esa reflexión terrible sobre la violencia titulada Ruleta, asombra aún hoy, y más aún después de una historia con menos garra: todo lo que rodea a Stick y a su banda de ninjas vestidos de blanco, con una remozada Viuda Negra como estrella invitada. 


En estas historias, excepto la última, brilla mucho más la faceta narrativa de Miller (por ejemplo, en la espléndida manera de reflejar cómo se descontrolan los hipersentidos de Daredevil) que su tarea como escritor. Janson ya es de facto el dibujante de la serie, porque los bocetos de Miller han pasado a ser simples esquemas. 



Después, las carreras de Miller y Janson se unirían de nuevo en Batman: Dark Knight Returns, y luego se separarían mientras Janson se dedicaba a múltiples empeños (en su faceta de hombre orquesta, capaz de manejarse sin problemas con cualquier género, personaje y faceta del oficio; ojo, se dice pronto) y Miller se independizaba del mainstream con Sin City, aunque antes de todo ello, Miller retornaría a Daredevil para, junto a David Mazzucchelli, narrar Born Again, uno de los mejores tebeos de Marvel de todos los tiempos. Pero esa historia merece comentario aparte. Incluso, dos: aquí y aquí.

Esperemos que pronto podamos disfrutar en castellano de una nueva edición de estas historias para que muchos lectores nuevos puedan descubrirlas. 

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