Es uno de esos tebeos que, leído a una cierta edad, se te graba a fuego en el cerebro. No recuerdo si lo leí antes de ver Excalibur, la maravillosa película de John Boorman, cuyo encanto permanece imperecedero con el pasar de los años. Pero la combinación de ambas cosas te convierte sin remedio en un verdadero fan de todo el asunto artúrico. Ahora, la nueva edición de ECC ofrece la posibilidad de descubrirlo o redescubrirlo, en un excelente tomo en tapa dura, en su formato original, y con suculentos extras como bocetos de portadas, por ejemplo (y las ilustraciones de las cubiertas originales, que ni la recopilación de Zinco ni el Absolute de Planeta incluían, increíblemente).
Barr salpicaba la historia de giros sorprendentes; el más
recordado sin duda era el hecho de que Sir Tristan se reencarnaba en una mujer,
lo cual le atormentaba cuando se reencontraba con Isolda. Pero la acción, la
aventura, el drama y, por supuesto, el romance entre Ginebra y Lancelot estaban
bien presentes. Y Bolland, en su obra más extensa para el mercado norteamericano,
demostraba una habilidad narrativa sobresaliente, que más adelante le
permitiría ilustrar con su inconfundible estilo uno de los grandes clásicos de
Batman: La broma asesina, junto a Alan Moore. Más adelante, Bolland se consagró
casi en exclusiva a realizar portadas para una gran cantidad de series DC,
entre otras Doom Patrol, Batman o Los Invisibles, realizando ilustraciones casi
siempre brillantes.
En resumen: un tebeazo, por fin reeditado. A por él.
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