Esta fue una de las postreras creaciones de Jack Kirby. Tras sus años en DC y sus últimas creaciones para Marvel, el gran artista creaba esta saga espacial, que aunaba lo mejor y lo peor de su talento. Imaginación desatada y descontrol, todo en uno. Eso no quiere decir que fuera mala…
Ahora, Joe Casey y Nathan Fox recuperan a los personajes, y lo hacen en seis vibrantes capítulos que Panini acaba de recopilar en un tomo que corre el riesgo de pasar desapercibido entre tanto crossover y tanta caraja. Solo hay que echarle un vistazo para ver que este tebeo se sale de lo convencional. Tanto el dibujo explosivo, aunque algo embarullado a veces, de Fox (alumno aventajado de Paul Pope) como el color desatado de Brad Simpson se ajustan a la perfección al concepto. Casey firma un guion más grande que la vida, como tiene que ser cualquier tebeo de superhéroes que se precie de serlo; con acción a mansalva, personajes bizarros, charlatanes, deformes y locos (salude, Mister Mind), y diversión a tope con final psicodélico incluido.
Las aportaciones de autores como Jim Rugg, Farel Dalrymple, Benjamin Marra o el mismísimo Grant Morrison (en su escasamente cultivada faceta de dibujante) redondean un tebeo tan brillante como divertido, en el que la acción no da descanso. En el Olimpo de los grandes, el gran Jack se codea con Moebius, Tezuka y otros colosos, como los siete dioses del templo de Shazam. Su espíritu sigue vivo.
En resumen: épico. Un tebeo que incluye frases como "¡Redirigiendo los sistemas de disparo matadioses!" no puede ser malo.
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