"You're going to need a bigger boat."
jueves, 11 de marzo de 2010
EL MONTON DE TEBEOS PRESENTA... KICK-ASS
Mark Millar irrumpió hace unos años en el panorama comiquero yanqui con varias obras que llamaron mucho la atención. Prácticamente todos sus guiones más populares son perversiones, subversiones o revisiones del género superheroico desde diferentes puntos de vista. El aire macarra barriobajero y bestiajo de su contribución a The Authority se volvió huracán macarra de altos vuelos en The Ultimates, uno de los tebeos de superhéroes más descaradamente molones de la historia. Ambos cómics, al igual que su divertido Wanted, se centraban en el género, pero "desde dentro": personajes, su mundo, su lógica, sus convenciones.
Otras dos obras suyas se acercan al género "desde fuera", analizando la figura del fanboy, del fanático devorador de viñetas superheroicas, con dos puntos de vista radicalmente opuestos. 1985 es obra de un Millar que adopta un tratamiento más mítico, amable y fantasioso, y constituye una declaración de amor a la fantasía; y este reciente Kick-Ass que nos ocupa, sin embargo, es un libro sádico, bestialmente violento, certero como un bisturí y a la vez tan delicado como un cuchillo de caza sin afilar.
Parte Millar de un presupuesto que no comparto del todo: cualquier lector de tebeos de superhéroes ha fantaseado alguna vez con ser él mismo un héroe con capa y mallas, combatir a los malos y arreglar el mundo. En su entusiasta introducción, Rob Liefeld comparte la idea a pie juntillas. De ahi, Millar se plantea la pregunta siguiente: ¿qué sucedería si un fanboy estuviese lo bastante tarado como para salir por las noches a patrullar y combatir el crimen, disfrazado con un traje ridículo? Ese es Dave, el protagonista de Kick-Ass: un pringado integral, que no liga ni por casualidad, que solamente se relaciona con fans como él, huérfano de madre, retraido, solitario... que un buen día decide llevar a la vida real sus fantasías. Y, como la vida es muy diferente de los tebeos, su carrera no empieza de una manera demasiado gloriosa. Y va a peor...
Millar hace con el patético e idealista Dave un retrato absolutamente despiadado de los lectores de cómics de superhéroes, chulesco, sardónico, no demasiado sorprendente pero muy, muy divertido. A diferencia de 1985, aquí no existe la fantasía, y en el mundo real los problemas no se resuelven tan fácilmente como en los tebeos. Todo en el camino de Kick-Ass son tozudas realidades con las que se da de bruces... y encima, hay otros que le llevan buena ventaja en lo de ser superhéroe y encargarse de los malos por la vía más expeditiva.
Con los personajes de Big Daddy y Hit-Girl, Millar exacerba la violencia para recordarnos que no estamos en ese mundo de colores en el que los superhéroes charlan mientras se zurran y sus tremebundas batallas en plena urbe nunca causan muertes. Kick-Ass es escasamente sutil en este aspecto; todo lo contrario. En medio de tanta víscera y burruño sangriento, Millar acierta al dotar a su historia de elementos realistas: Dave sigue su propia carrera en redes sociales de Internet, por ejemplo. A través de Dave, los fanboys, y por extensión, el género que adoran, reciben dardos envenenados de Millar... pero no demasiado envenenados.
El guionista quita hierro al asunto con una conclusión un tanto alargada (que incluye un baño de sangre de proporciones bíblicas, pero bastante repetitivo), y además abierta, con la aparición postrera de un nuevo personaje... Vamos, que la cosa no es para tanto. Kick-Ass es un tebeo sumamente divertido, que se lee en un suspiro, que hace bastante sangre de los tópicos habituales del género superheroico y de los tics habituales del lector del género, pero vista en conjunto tampoco es una historia que marque un antes y un después, pese a su saludable intención crítica (que obviamente nunca puede ser demasiado agria, considerando quién publica el cómic, al fin y al cabo). Algo parecido a lo que sucedía con 1985, pero con un tono muy diferente. No creo que el aficionado habitual al género se sienta demasiado asaeteado por la crítica de Millar, que repito, es certera: en algunos aspectos acierta de pleno... De todos modos, habría que ser muy, muy geek para ser tan geek como Dave.
Otro elemento, digamos, provocador para el lector habitual del género superheroico es la presencia de uno de sus grandes exponentes artísticos, hijo (en sentido literal) de la era dorada de Marvel y heredero de la fuerza del mítico Jack Kirby. Nos referimos, claro está, a John Romita Jr. No se pueden poner peros a su trabajo, bien secundado por Tom Palmer en las tintas. Narrativa clara, ambiente urbano que domina a la perfección, correcta caracterización de personajes, presentación explícita, detallista y cruda de las escenas violentas: nunca el hijo de John Romita ha dibujado tantas animaladas juntas, y hace un trabajo estupendo sin renunciar para nada a su estilo.
En resumen: pero qué bruto que es Mark Millar.
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2 comentarios:
Ansioso estoy, tiene prevista su salida en España, el próximo abril en tomazo. Me encanta Romita JR. como disfruto.
Gracias por el comentario!
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