La más reciente (siempre penúltima) película del director de Sin Perdón le acerca a un tema poco explorado en el resto de su filmografía. Y lo hace de la mano de una historia que en realidad son tres: la de George, un desdichado parapsicólogo aficionado a Dickens (Matt Damon); la de Marie, una periodista de París superviviente de una gran catástrofe (interpretada por la elegante actriz francesa Cécile De France); y la de Marcus (Frankie McLaren), un niño británico que acaba de sufrir una terrible pérdida.
Las tres historias avanzan de manera separada, hasta que, como es fácil imaginar, convergen y toman sentido. El problema del guión de Peter Morgan (autor de los libretos de The Queen o El Último Rey de Escocia, por ejemplo) es que es ambicioso, pero está algo desequilibrado. Y si las historias de Marie (más arriesgada, y algo falta de concreción) o Marcus (algo más tópica) progresan de manera adecuada, la de George es redundante, plagada de tópicos, con partes perfectamente prescindibles (por ejemplo, todo lo que rodea al personaje interpretado por Bryce Dallas Howard), y todo ello deja a Matt Damon con bastante poco material para trabajar. Además, no es que Damon sea mal actor: es que me parece que el papel de tipo compungido no acaba de casar con su físico de chicarrón sanote.
Otra cosa que juega en contra del film es su falta de definición: no es un film fantástico, no es un film dramático, sino que intenta combinar ambas dimensiones, y por ello Hereafter incurre en el mismo problema que Banderas de Nuestros Padres, que no se decidía entre lo bélico y lo político y acababa dando algunos bandazos.
Pese a la una vez más impecable tarea de dirección y montaje del film (atención a la impresionante escena de apertura, o a la peripecia de Marcus en la estación de metro), y algunos destellos del más puro Eastwood (el funeral al que asiste Marcus, o las escenas en las que desacredita a un buen puñado de parapsicólogos charlatanes, o la naturalidad con la que convergen las tramas), al guión, y por tanto, a la película le faltan garra y le sobran tópicos. Contribuye a ello, lo confieso, mi escaso interés por el tema principal de la trama: la vida después de la muerte, tema que se trata siempre desde una perspectiva elegante, pero que solamente se plantea sin más.
El casi infalible olfato de Eastwood para los guiones no ha acertado esta vez. Y por ello, esta Hereafter queda muy por debajo no sólo de las grandes películas de su filmografía, sino también de filmes más humildes como Deuda de Sangre, por ejemplo, que dan lo que ofrecen y van al grano, sin desviarse.
2 comentarios:
¿Qué "Banderas de nuestros padres" daba bandazos?
No sé esta, porque no la he visto...pero a mí Banderas me encantó. Y creo que es una película más que buena. Tengo que volver a verla...pero no es que no se decantara por una trama u otra. Recogía las dos (y lo hacía muy bien).
Por lo demás... a mí la vida del más allá me interesa tanto como a ti. Cuando vaya para allí, pues igual...
En fin... Tenía ganas de ir al cine hoy...pero no sé lo que haré... La de Enredados no está... y esta de Clint no me llama mucho, no.
Menos mal que empieza el ciclo de Ford.
Yo no digo que BANDERAS sea mala, David, digo que no se decide entre una cosa y otra. La "japonesa", por el contrario, no tiene ese problema, se centra en lo que tiene que centrarse. Al menos, en mi humilde opinión...
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