SERIE NEGRA DE LA BUENA
Cierto es que la idea del "poder en la sombra" que representa el Trust no es excesivamente original, y su relación con algunos hechos históricos, como el asesinato de J.F. Kennedy o el personaje del jugador de béisbol, un Joe DiMaggio claramente reconocible, resulta un tanto facilona. Algunos personajes (como por ejemplo, los hermanos Rome o Victor Ray) no tienen el mismo empaque que el brutal e imparable Lono, esa serpiente de cascabel de generosísimo busto (como todas las damas de la serie, por cierto) que es Megan Dietrich, o el hierático y misterioso Graves, verdadero motor de la serie.
Quizá un centenar de números sean demasiados, y podría "podarse" un poco el árbol sin gran problema (igualmente, podría alargarse más la trama, con más meandros y misterios, y es de agradecer que eso no ocurra). Y el vasto laberinto de historias que teje Azzarello alrededor de su trama principal puede despistar a ratos, o ahuyentar a un lector que busque un desarrollo más lineal, o una lectura menos exigente.
Pero 100 Balas es perfectamente capaz de satisfacer el apetito de cualquier devorador de serie negra de la buena. Y la principal virtud de la serie es precisamente esa acumulación de tramas que se cruzan, ese detallismo enfermizo, esa constante sensación de tragedia inminente, de permanente certeza a que las cosas van a ir a peor. En 100 Balas, el viaje es mucho más importante que el destino, pero no se viaja sin rumbo. Al contrario, como Graves, Azzarello lo tiene todo planeado.
Y la resolución de la trama, narrada espléndidamente con una estructura concebida para acrecentar la tensión, es catártica y satisfactoria. Es adecuado decir que el mejor libro de la serie es El Declive. El título es de lo más adecuado: como diría Bugs Bunny, “no esperarían un final feliz, ¿verdad?”. El último tomo no sólo resuelve los enigmas, sino que es un trabajo excelente. Y dado que hablamos de una colección de 100 capítulos, que la mejor parte sea el final es un logro de sus autores que hay que reconocer en lo que vale.
EL IMPRESCINDIBLE RISSO
Es hora de hablar del otro 50% de 100 Balas, el artista que ha puesto en imágenes los guiones de Azzarello: se trata del argentino Eduardo Risso, que tras una larga carrera se convirtió gracias a la serie que nos ocupa en un artista de referencia. 100 Balas no sería lo que es sin el excepcional trabajo del dibujante encargado de ilustrarla. Y esto no lo digo yo, lo dice el propio Brian Azzarello.
En una entrevista para Newsarama, Azzarello se deshacía en elogios hacia Risso, en cuyas páginas ve ecos de Will Eisner. "Veo un parecido en la manera de narrar. En el alma de su trabajo. El arte secuencial es importante para ambos, más que ilustrar viñetas llamativas. Se concentran en la narrativa, viñeta a viñeta, página a página".
Los guiones de Azzarello para 100 Balas son detallados: incluyen una estructura de viñeta a viñeta, y los diálogos completos, pero a partir de ahí, Azzarello confía totalmente en Risso y afirma no haber tenido que sugerirle ningún cambio en ninguna página ya dibujada. Antes de 100 Balas, Risso era ya un veterano en el mundo del cómic, con una larga serie de colaboraciones con Carlos Trillo a sus espaldas, en obras como Yo Vampiro, Fulú o Chicanos, entre otras.
Página a página, sin altibajos, el monumental trabajo de Risso a lo largo de los cien capítulos de la serie concede a ésta una solidez gráfica difícil de igualar, además de firmar una de las colaboraciones guionista-dibujante más longevas en el panorama del cómic norteamericano.
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