Cuarta parte: El Joker
El histrionismo desatado de Nicholson (que se forró hasta la médula gracias al éxito del film) es perfecto para el film de Burton, más teatral y exagerado. Burton nos presenta a un delincuente profesional, un asesino que disfruta con lo que hace, cuya mutilación le vuelve completamente loco. El Joker de Burton es un ser que solamente piensa en divertirse y armar jaleo: travieso, revoltoso, agitador, iconoclasta, un payaso desatado que ve a Batman como un aguafiestas del que quiere librarse. Un concepto perfecto para el film de Burton.
Eso contrasta fuertemente con el espectral, nihilista, automutilado y terrorífico bicho que presenta Nolan en El Caballero Oscuro, muy distinto del personaje de los cómics (con la cara pintada, en vez de la piel blanqueada), pero perfectamente coherente con la visión del director de Batman y su ambiente. Un presunto agente del caos, un sicópata que tiene planes muy bien orquestados (lo cual, dirán algunos, no tiene sentido; a mí, no me molesta demasiado); un terrorista imprevisible, capaz de quemar una montaña de dinero con la misma facilidad con la que logra anticiparse a cualquier movimiento de sus enemigos. La voz, con sus murmujeos y chasqueos, es también una de las grandes bazas de Ledger en su asombrosa actuación, en la cual da miedo de verdad.
Hmm, difícil elección. Pese a que el maquillaje de Nicholson, visto hoy, resulta un tanto ridículo (la mueca perenne es innecesaria, y lastra un tanto al actor), su actuación (esa voz…) está llena de aciertos. La caracterización de Ledger, menos llamativa pero muy efectiva, es simplemente impactante, y su actuación está a la altura. En ambos filmes se reproduce el clásico "esquema Moore" de la relación entre ambos, ya sabes, dos caras de la misma moneda... con la novedad (un poco tonta) de que el Jack que luego es Joker en el film de Burton resulta ser... el asesino de los Wayne.
Aquí hay empate, opino; cada autor tiene su Joker.
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