"You're going to need a bigger boat."

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lunes, 26 de octubre de 2015

El montón de tebeos presenta… RELEYENDO FÉNIX OSCURA y DÍAS DEL FUTURO PASADO




Qué tiempos aquellos cuando los tebeos de superhéroes eran buenos, buenos, ¿eh? Bueno, tampoco nos dejemos llevar por el entusiasmo; escasos son los cómics de superhéroes de los ochenta que se conservan tan bien como los que nos ocupan. Ahí están las hoy infumablemente caducas Secret Wars, o los casi humorísticos Vengadores de Stern y Buscema, los abiertamente humorísticos Vengadores de la Costa Oeste (deseando estoy de hacerme con la reedición)… y tantos otros. Sin embargo, los tebeos que dan título a este texto mantienen intacta su brillantez de entonces.

Estamos hablando de dos historias que marcan un antes y un después. Fénix Oscura contiene una de las tres grandes muertes del universo Marvel, junto a las de Gwen Stacy y Mar-Vell. Jean Grey, consumida por un poder casi absoluto, se suicidaba antes de ser engullida por el terrible Fénix, devorador de estrellas y destructor de planetas. Una salida impuesta por Jim Shooter (y un final, opino, mucho más redondo que el que Chris Claremont y John Byrne tenían planeado, en un proceso que glosó Ferrán Delgado en los dos números de su Plot 2.0), que redondeaba una historia tremendamente dramática cuyas semillas Chris Claremont había ido plantando a lo largo de los meses anteriores, y que culminaba cuando Jean, manipulada por Mente Maestra, era incapaz de contener el tremendo poder de Fénix y sucumbía a su lado oscuro. 

Por su parte, Días del futuro pasado añadía una nota aún mayor de tragedia a la vida de los atribulados mutantes al mostrar un posible futuro alternativo donde los mutantes habían sido casi exterminados. La madura Katherine Pryde transmitía su mente de mujer al cuerpo de la niña que fue, y así la Patrulla-X tenía una visión de un porvenir escasamente halagüeño. Aún recuerdo el impacto dramático de las escenas en las que Lobezno, Tormenta y Coloso morían, dando tiempo a que en el pasado, Kitty / Kate arreglase las cosas… Esta historia sirvió de base para la película homónima, que de nuevo dirigía Bryan Singer.

Tanto Claremont como Byrne estaban en racha. Desde el arranque de su colaboración, se sucedieron las historias que revisaban el pasado de la Patrulla (La Tierra Salvaje, Magneto, etc.) y a la vez iban acentuando el protagonismo de la nueva estrella de Marvel de la época, Lobezno, y la enorme trascendencia de los personajes femeninos, como la propia Jean, o Tormenta, o la entonces recién llegada Kitty Pryde. Pero esas dos historias marcaron un verdadero hito. Dramáticas, medidas, bien regadas con la habitual verbosidad incontenible de Claremont, las dos aventuras demuestran, incluso hoy en día, cómo se hace un tebeo de superhéroes: combinando drama, acción, inventiva y buena narrativa gráfica. 

Y nada de inflar los argumentos, ni de inacabables cruces con otras series: Fénix Oscura se extiende a lo largo de varios meses en su propia serie, con varias historias entrelazadas, y Días del futuro pasado ocupa ¡dos! capítulos. Eso es aprovechar el tiempo. Claro, cuando tienes ideas de sobra, no te importa hacer que las historias duren lo que tienen que durar, ni menos, ni más. También es cierto que, hoy en día, la inescapable estructura de publicación en grapas y tomos hace que la extensión de las historias, con escasísimas excepciones, se amolde obligatoriamente a cinco o seis capítulos.

Lo mejor es que la cosa no acabó ahí. De hecho, opino que las historias que vienen después, donde Claremont, ya sin Byrne, seguía dándole vueltas al concepto del odio hacia los mutantes, mantenían firme el rumbo del buque insignia de una franquicia cada vez más lucrativa y más sobrecargada de títulos. Con excelentes historias como Honor, la llegada de Pícara, la evolución de Tormenta… Hasta que llegó aquella dramática batalla en la plaza Eagle de Dallas, en la cual la Patrulla en pleno moría, a ojos del mundo, aunque en realidad se trasladaba a Australia; ahí empezó el imparable declive mutante. 

Desde entonces, hasta el día de hoy, solo dos momentos se acercan al resplandor de los años dorados de Claremont: el homenaje a su estilo que llevaron a cabo Joss Whedon y John Cassaday en Astonishing X-Men, y la rompedora irrupción de Grant Morrison en los mitos mutantes, unos años llenos de sorpresas e imaginación donde los recuerdos a los años de Claremont son constantes.

"Has hablado poco de John Byrne", dirán muchos fans de Marvel de mi generación. Eh, a mí también me gusta Byrne. Fue la gran estrella de Marvel en los ochenta. El verdadero heredero de Lee y Kirby, como demostró en Los 4 Fantásticos, sobre todo en los dos primeros años de su larga andadura en la serie como autor completo. La arrolladora impronta de Byrne es equivalente a la influencia de Neal Adams en la década anterior, y ese papel de "guía a seguir" en el estilo sería ocupado más adelante (e incluso en nuestros días) por Jim Lee, con lo cual salimos perdiendo, todo hay que decirlo. Pero esa es otra historia... Pese a que el papel de Byrne en la serie, en estos años, fue capital, tanto en el dibujo como en su participación en los argumentos, tampoco hay que pasarse en las loas, que el propio Byrne es un estupendo vendedor de sí mismo. Claremont demostró, antes y después de su colaboración con Byrne, con los Cockrum, Smith y Romita Jr. (y Miller, no olvidemos Honor, y Golden, con aquel inolvidable Annual en el que nacía Pícara, y que merece un texto aparte) que tenía historias de sobra para contar.

La muerte de Fénix, como todos sabemos, tuvo "marcha atrás", y Días del futuro pasado engendró, mal asimilada por autores mediocres (porque Claremont extrajo de ella una perla, el personaje de Rachel Summers, otra mujer con importancia en sus historias), todo un hatajo de personajes simplemente patéticos: los Bishop, Cable y demás. 

Pero ambas historias siguen siendo dos de las grandes joyas de la historia de Marvel. Grandes, grandes. De las que gusta revisar de vez en cuando.



PS. ¿Ves? Se puede hablar de historias de Marvel sin usar la palabra "saga".

2 comentarios:

Javier Mesón dijo...

Gran texto. Tebeos buenos de verdad, cuando leías un cómic durante 20 minutos. No como ahora sin textos de apoyo, sin dar continuidad a las historias.

Mikel dijo...

Gracias! No quiero decir que todos los tebeos de ahora sean peores, pero desde luego, el nivel de estas historias es muy difícil de alcanzar, no digamos de superar.