"You're going to need a bigger boat."

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jueves, 19 de mayo de 2016

RODEADO DE BRUCE presenta... ANOETA, The River Tour, 17 de mayo de 2016


Bueno, ¿cómo decirlo sin que suene a dicho ya? ¿Cómo explicarlo? No se puede. Solo me puedo acoger a la sensación que produce el Jefe en la gente que, incluso hoy, tiene la suerte de acudir a su primer encuentro con él. Porque cuando vas a un concierto de Bruce Springsteen, estás con él. Dentro de su mundo. Dentro de su épica rockera. Dentro de ese torbellino de energía que él y su indomable, insustituible E Street Band desatan en directo. Ese huracán gozoso, que no destruye sino que te hace temblar de emoción y se te lleva y te deja renovado y listo para seguir viviendo, y que se abatió sobre el estadio donostiarra de Anoeta hace unas pocas noches. Así se siente quien realmente se deja llevar y se rinde a la evidencia que se despliega.

Sí, claro, sé lo que dicen los que han perdido la fe, o nunca la tuvieron. "Ahh, ya no es lo mismo". "Es que los conciertos en grandes estadios, claro"… "Es que cuando le vi yo la primera vez, jo, fue la leche…",  "que tal o cual concierto donde yo estuve y tú no fue la repanocha, y aquí ha tirado de oficio…", "que si no ha tocado tal o cual canción…" Tópicos que se repiten. Perlas de "sabiduría" de críticos que dejan que su faceta de fan, y no su espíritu crítico, se interponga entre ellos y la energía que desprende Bruce.

Claro que no es lo mismo que antes: si la muerte de Danny Federici dejaba tocada de un ala a la E Street Band, el fallecimiento del Big Man Clarence Clemons la dejaba sin una buena parte de su corazón, casi casi la mitad, yo diría. Y claro que la edad hace mella. Vistos de cerca, los E Streters (bueno, quizá con la excepción de Steve Van Zandt, que no podrá ser confundido nunca con un ser humano normal) son maduros profesionales, señores mayores que parecen ajenos a cualquier agitación rockera. Y en la última década, la esencia de la banda se ha ido diluyendo en una potentísima maquinaria sonora que ha incorporado de manera temporal una sección de viento y a un renombrado as de la guitarra como Tom Morello. Y claro que el público de un estadio, la masa, los miles, demanda cosas distintas que el entregado seguidor de pabellón.

Pero la magia de Bruce es poderosa. Ah, sí. Y en esta nueva gira, el de New Jersey se ha sacado un as de la manga, quizá el último, pero uno más: la banda ha vuelto a su esencia. El sonido es más rockero, más puro, menos empastado y adornado. No es que en las últimas giras las canciones sonasen mal, pero indudablemente el ataque de los grandes clásicos del cancionero del Jefe, como Thunder Road, como Badlands, como The Promised Land, por no hablar de las baladas, impresionantes, que disfrutamos en Anoeta la otra noche es el mejor desde la inimitable gira de 2003, la verdadera cúspide de la E Street Band en su etapa de madurez.

Y no creas que no tengo espíritu crítico. Para empezar, como casi siempre en Anoeta, el sonido fue muy mejorable, oscilando entre el aceptable de la parte central del concierto y el inaceptable chatarreo del arranque, con ecos al final… indigno de la talla de la música, desde luego. Los trucos fáciles, como Waiting on a Sunny Day, o los bailoteos finales de Dancing in the Dark, suenan a ya vistos. Nils Lofgren, como casi siempre, queda algo desdibujado, por decirlo suavemente. La vistosa realización en directo en las pantallas de vídeo ningunea a buena parte de la banda durante el show.

Pero la energía de Bruce lo puede todo. Y cuando tú pones de tu parte lo que tienes, esa energía se multiplica. Y solo puedes poner todo de tu parte, porque alguna vez será la última. Ya dormirás, ya descansarás, ya se te pasarán la ronquera y las agujetas. Si no lo pones, quizá no tengas otra oportunidad.

Y ahora, la crónica.

Con menos retraso que otras veces, pasadas las nueve y diez, estalló el alborozo cuando el imperturbable Max Weinberg pisó el escenario con su aplomo chalequero habitual, se encaramó a la batería y arrancó un ritmo fácil de reconocer, y a su son fueron saliendo el resto de miembros de la banda: Roy Bittan y Charlie Giordano, Patti Scialfa y Soozie Tyrell, Steve Van Zandt y Nils Lofgren, Jake Clemons… y finalmente, y con él se desató la algarabía generalizada, el propio Bruce, guitarra en mano, atacando Working in the Highway con brío. A partir de ahí, con la grada puesta en pie y la pista entregada, la habitual andanada de arranque, lastrada por un sonido desastroso que por suerte se arregló a las alturas de Independence Day. Canción, como varias otras, de The River, que Bruce no repasó entero pero sí en gran parte (sonaron 12 de las 20 canciones del disco). La mejor parte, como casi siempre, fue la sección central del concierto: ahí, a partir de Two Hearts, con la banda ya caliente y el público entregado, Bruce desplegó lo mejor de la noche: Two Hearts, Independence Day, Hungry Heart, Out in the Street, Crush on You y You Can Look (But You Better Not Touch), así, seguidas. Ahí es nada.

Y cómo sonaron las canciones, y cómo sonó la voz de Bruce. Cómo sonó Fire. Cómo brillaron I wanna marry you, The River y Point Blank, en particular esta última. Cómo restalló Murder Incorporated, para dar paso al festivalero Darlington County, el explosivo Ramrod (mención aparte merece el trabajo de Jake Clemons en esta pieza, un Jake que por fin llena los zapatos musicales de su tío a base de energía pura) y la vibrante I'm Going Down, que levantó a los pocos que quedaban sentados. Tras el paréntesis, divertido como siempre y prescindible como siempre, de Waiting on a Sunny Day, Drive All Night alcanzaba una de las cotas más altas de emoción y conexión de la noche. Después, The Promised Land y Because the Night elevaban una vez más el espíritu y nos dirigían a la traca final…

Y la sorpresa llegaba con Brilliant Disguise, esa canción maravillosa, con Patti a los coros, como debe ser, seguidas de The Rising y la inconmensurable Thunder Road, cerrando lo que era (solo) la primera parte del show con otro de sus grandes himnos: Badlands.

Y casi sin pausa (en serio), los bises, con todas las luces del estadio encendidas, más empastados y menos sorprendentes que lo anterior, como casi siempre: un atronador Born in the U.S.A., seguido por la inmortal Born to Run, Glory Days, Dancing in the Dark y el mejor momento, el
siempre bienvenido Tenth Avenue Freeze-Out, y el cierre entre bromas de "me voy, no me voy" con Bobby Jean y la emocionante This Hard Land, en acústico, como despedida de la noche. Tres horas y tres cuartos.

Más fotos, aquí.


En resumen: Bruce.


El concierto
1. Working on the Highway
2. No Surrender
3. My Love Will Not Let You Down
4. The Ties That Bind
5. Sherry Darling
6. Two Hearts
7. Independence Day
8. Hungry Heart
9. Out in the Street
10. Crush on You
11. You Can Look (But You Better Not Touch)
12. Fire
13. I Wanna Marry You
14. The River
15. Point Blank
16. Murder Incorporated
17. Darlington County
18. Ramrod
19. I'm Goin' Down
20. Waitin' on a Sunny Day
21. Drive All Night
22. The Promised Land
23. Because the Night
24. Brilliant Disguise
25. The Rising
26. Thunder Road
27: Badlands

Los bises:
1. Born in the U.S.A.
2. Born to Run
3. Glory Days
4. Dancing in the Dark
5. Tenth Avenue Freeze-Out
7. Twist and Shout
8. Bobby Jean

Final:
7. This Hard Land

lunes, 28 de octubre de 2013

LOU REED, 1942-2013


Leyenda del rock.

David, Iggy y Lou.
John, Lou y Andy.
La Velvet Underground.
Lou y Laurie.
Patti y Lou.
Lou y los Metallica.

martes, 23 de julio de 2013

Rodeado de Bruce presenta… SPRINGSTEEN & I



Dirigido por Bailie Walsh y producido por Scott Free, la productora fundada por los hermanos Scott, Ridley y el fallecido Tony, Springsteen & I es un curioso documental realizado a partir de vídeos que fans del Boss a lo largo y ancho del mundo han grabado, tratando de explicar qué significa, para ellos Bruce y su música. Y lo consiguen, vaya si lo consiguen... como cualquier fan de Bruce podrá atestiguar tras ver el documental.

Recuerdos del primer concierto, experiencias durante los shows, encuentros de primera mano con Bruce… Los mejores instantes, sin duda, los proporciona el sufrido enamorado de una fan del Boss de Manchester, que acompaña siempre a su mujer a los conciertos, y que rezonga ante la célebre duración de los mismos, provocando carcajadas del respetable. Tampoco tiene desperdicio el momento en que un tipo de Filadelfia logra sus sueño de pisar el escenario junto a Bruce gracias a un rocambolesco disfraz de Elvis... Unos vídeos con chispa y un montaje bien llevado hacen que el documental pase en un suspiro.

Los vídeos grabados por los fans, de toda edad, procedencia y condición, se alternan con fragmentos de conciertos de toda la carrera de Bruce, con imágenes casi en su totalidad inéditas, procedentes de los inagotables archivos personales del cantante (que graba practicamente todos sus conciertos, audio y vídeo... imagina la cantidad de horas de grabaciones que puede sumar todo eso...).

El documental se cierra con un alucinante montaje en el que escuchamos un Born to Run montado a base de actuaciones de los últimos cuarenta años. Una idea realmente brillante. Y se redondea la experiencia con un simpático epílogo en el que varios de los participantes en el documental conocen a Bruce una noche después de un concierto.

Así, Springsteen & I, en vez de ser un documental babosillo de fans tarados hablando con arrobo de su ídolo, es una muestra de lo que la música puede llegar a significar para las personas, encarnado en la figura de la verdadera leyenda viva del rock, ese tipo que sigue haciendo vibrar a miles de personas cada noche que pisa un escenario. Si quieres saber cómo es capaz, o dudas de ello, puedes visitar esta página, donde tienes pruebas de sobra de lo que puede desencadenarse durante cualquier show de Bruce.

Además, como guinda, se ofrece al respetable un fragmento de unos 35 minutos de la actuación de Bruce y los suyos en el Hard Rock Calling de Londres el verano de 2012. Puede verse aquí. Sí, el célebre instante en que, tras un "momento Beatles" junto a Paul McCartney, el concierto terminó de manera accidentada porque la ordenanza londinense en materia de ruido lo exigía… La cara del tipo que se lo dice a Bruce es un verdadero poema, y el estribillo de Good Night Irene que entona Bruce como despedida es una maravilla improvisada. Una gozada en pantalla grande, con perfecto sonido digital.


En resumen: Bruce.

PS: Ojalá podamos disfrutar más veces de la pantalla grande y del sonido digital, con Bruce y son otros artistas que merecerían visionados de sus shows en una sala de cine. Dejemos caer la idea, a ver si alguien se anima a convertir la excepción en regla...
PS 2: Dado que están derribando el antiguo San Mamés, escenario de uno de los mejores shows de Bruce en su largo historial de conciertos españoles, esperemos que el nuevo San Mamés sirva para algo más que para momentos de anodino balompié y Bruce también lo haga temblar... como hizo temblar la vieja Catedral.

viernes, 28 de junio de 2013

Rodeado de Bruce presenta... GIJÓN, 26 de junio de 2013

Foto: El Comercio.
El cuervo que anida en el entramado metálico bajo la cubierta del fondo sur del estadio gijonés de El Molinón aún debe estar preguntándose qué demonios pasaba con tanto jaleo. Acostumbrado como estará a la rutina de las algarabías futboleras, ni se podía imaginar lo que se le venía encima la noche del miércoles, 26 de junio. Porque… el Jefe estaba en la ciudad.

Pasadas las nueve y media de la noche, un retraso por el que nadie se extraña ya porque simplemente hace que la expectación se acreciente, la E Street Band del siglo XXI, músicos jóvenes y veteranos, que nunca será la banda inmortal de hace unos años (concretamente, la de la gira de 2003), pero que componen una engrasada máquina de rock forjada a base de ensayos, veteranía e innumerables conciertos, pisaba el escenario… y en último lugar, aparecía un tipo de New Jersey dueño de un repertorio tan amplio como versátil. El tipo saludaba al respetable, guitarra en mano, y reclamaba aún más gritos, aullidos y alaridos, sonriente, listo para hacer lo que mejor sabe hacer. Saludaba guitarra en mano, como siempre. Chicos y chicas de todas las edades… el Jefe estaba en la ciudad. Empezaba la fiesta.

My love will not let you down y Out in the Street servían de simple calentamiento para un repertorio variado, ejecutado con ganas, con garra, con mano firme. Empezaron enseguida las sorpresas, gracias a las pancartas de los fieles de las primeras filas, como Better Days, el vibrante Travellin' Band de la Creedence Clearwater Revival o la festivalera Ain't Good Enough for You. Después llegaban una demoledora Wrecking Ball, seguida de Death to my Hometown y una memorable versión gospel de Spirit in the Night. Momento solemne a continuación con la excelente Jack of All Trades, seguida de… The River. Ahí fue cuando el respetable empezó a desatarse de verdad. 

Después, Atlantic City, otro clásico, daba paso a otra sorpresa, You Can Look (but You Better Not Touch), donde el compadreo con Steve VanZandt recordaba a los mejores tiempos de la banda. Por la entrega y por la potencia del show, parecía simplemente que aquello acababa de empezar… y es que el Jefe estaba en la ciudad.

Después de un sing along seguro como Darlington County, Bruce enlazaba una brillante Because The Night (que como siempre puso a los más reticentes en pie) con una salvaje She's the One. Después, una nueva pancarta traía al escenario la versión actual de Rosalita (Come Out Tonight), igual de divertida pero menos vibrante que años atrás, seguida de otro momento festivo con Shackled and Drawn (en la que Cindy Mizelle se lució arrancando aplausos del respetable), y el otro momento sing along: Waiting on a Sunny Day, un tema habitual en los conciertos de estadio y denostado por parte de la parroquia de fans, con los habituales y divertidos momentos de Bruce sacando a cantar el último estribillo a un chaval. Pero tranquilos, true believers… el Jefe estaba en la ciudad.


Foto: El Comercio.
Y para demostrarlo, una nueva pancarta nos permitía escuchar una emocionante Drive all Night, una de las joyas de más quilates de The River (y eso es decir mucho); y después, por si alguien pensaba que se le acababa el gas a Bruce, The Rising, Badlands y otra sorpresa más que bienvenida, Light of Day (de nuevo, Steve VanZandt hizo de las suyas) hacían vibrar al público congregado en el Molinón. Pero… aún faltaban los bises.

Arrancando con Radio Nowhere, a continuación el Jefe y los suyos enlazaban un atronador Born in the U.S.A. que hizo temblar el Molinón (y debió de oírse hasta en Oviedo, dada la salvaje interpretación y los rugidos del respetable) con Born to Run (esta vez, las luces del estadio estuvieron un poco lentas a la hora de encenderse… ya se sabe que en esta canción toda la iluminación posible tiene que dispararse de inmediato). Un público sudoroso y jadeante pedía más. Un Jefe sudoroso y jadeante tenía más. 

Un verdadero huracán de bailoteo que arrancaba con un demoledor Seven Nights to Rock de Moon Mullican, enlazado sin solución de continuidad con Dancing in the Dark y Tenth-Avenue Freeze-Out (con el habitual homenaje a los dos amigos fallecidos, Clarence Clemons y Danny Federici, bien reemplazados pero inolvidables)… y después, dos habituales en los momentos finales de los shows de Bruce en los últimos tiempos: el Twist and Shout de The Beatles y el Shout de los Isley Brothers. 

Y cuando ya había saludado y dado salida al resto de la banda… tres horas y un largo pico después, Bruce se paraba, se volvía al respetable, agarraba una guitarra acústica, agradecía la respuesta del público… y nos regalaba una emocionante Thunder Road. Y así, saludando de nuevo guitarra en mano, Bruce se despedía con un "Os queremos".

Tres horas y media de puro Bruce, o sea, el mejor show del mundo. Si alguien cree que exagero… puede visitar Youtube (esos bípedos humanos y sus pequeños y extraños dispositivos de acariciar...) o la web del Stone Pony Club, donde hay suficientes pruebas en vídeo de por qué, cuando el Jefe está en la ciudad… HAY que estar en la ciudad.

Todas las imágenes pertenecen a la galería del diario gijonés El Comercio. Más, aquí y aquí. La noticia, aquí. El repertorio completo, cortesía del blog de África Baeta, periodista televisiva e infatigable seguidora del Jefe. Un conciertazo. Uno más.

01. My Love Will Not Let You Down
02. Out in the Street
03. Better Days
04. Ain’t Good Enough For You
05. TRAVELIN’ BAND (estreno en la gira)
06. Wrecking Ball
07. Death to My Hometown
08. Spirit in the Night
09. Jack of all Trades
10. The River
11. Atlantic City
12. You Can Look (But You Better Not Touch)
13. Darlington County
14. Because the Night
15. She’s The One
16. Rosalita (Come Out Tonight)
17. Shackled and Drawn
18. Waitin’ On a Sunny Day
19. Drive All Night
20. The Rising
21. Badlands
22. Light of Day
23. Radio Nowhere
24. Born in the U.S.A.
25. Born to Run
26. Seven Nights to Rock
27. Dancing in the Dark
28. Tenth Avenue Freeze-Out
29. Twist and Shout
30. Shout
31. Thunder Road

lunes, 22 de abril de 2013

RODEADO DE PAPEL: especial EDDI READER en concierto


Estupendo concierto acústico el que pudimos disfrutar en la Sala BBK, de la mano de Eddi Reader, a quien recordarás como pizpireta y sonriente voz de un grupo de éxito a finales de los 80 (hace mucho tiempo ya). Desde el final de su etapa en los ya lejanos Fairground Attraction, Reader ha ido grabando discos con regularidad, llenos de los aires folk de sus tierras escocesas, que incluyen tanto escritas por ella y sus colaboradores como temas tradicionales.

Reader repasó algunos de sus discos en solitario, sin olvidar su célebre Perfect de los años con los Fairground Attraction, y alternó canciones de su propio repertorio (Charlie Is My Darling, Lizzie Lindsay, Dragonflies, Love Is The Way…) con clásicos como Moon River, Mona Lisa o una espectacular versión a capela de La vie en rose.

Reader cantó, bailó e intercambió continuos guiños de complicidad con sus estupendos músicos, Boo Hewerdine, Alan Clark y John Douglas. También se prodigó la cantante en bromas con el entregado respetable, y además firmó un buen puñado de discos a la salida (entre otros, el de vuestro amistoso vecino Rodeado de Papel), charlando sonriente con todo el mundo y prometiendo volver con un nuevo disco bajo el brazo, en el cual trabaja estos días y del cual también presentó un par de canciones.

Pero sobre todo, deleitó durante todo el espectáculo con una voz absolutamente fantástica, llena de matices, natural y deliciosa, que transmite una alegría difícil de describir.

En resumen: una gozada.

Eddi Reader, firmando discos a los fans.


jueves, 28 de febrero de 2013

Lecturas recientes: SOY TU HOMBRE, LA VIDA DE LEONARD COHEN

Descubrí a un Leonard Cohen ya maduro, gracias a la célebre First We Take Manhattan, incluida en uno de los dos LPs que le reportaron el éxito planetario  (I'm your man, de 1988, y The Future, de 1992). Pero para entonces, Cohen ya llevaba escibiendo poemas, novelas y canciones muchos, muchos años, y su primer disco data de 1967.

La biografía de Silvie Simmons, fan confesa de Cohen, es un recuento de una infancia feliz y acomodada, de una juventud de inclinaciones artísticas y de una edad adulta de vagabundeos por el mundo, de experimentos con el arte y con una amplia variedad de drogas. Simmons relata los coqueteos del cantautor con la cienciología, su pavor inicial a las actuaciones en vivo, y su entrada en el mundo musical que se produce a finales de los años 60, cuando Cohen ya sobrepasa la treintena, con un disco que contiene varias de sus grandes canciones: Suzanne, Sisters of Mercy o So long Marianne, por ejemplo.

El joven Cohen es un joven artista judío de Montreal, inclinado a la depresión, que descubre a dos musas que darán nombre a dos inmortales canciones de su repertorio y con las que vive inusuales relaciones de pareja, viaja por el mundo y retoca sin cesar sus canciones durante años. El Cohen maduro, el elegante caballero que acude a una ceremonia de los Oscar acompañando a su novia de entonces Rebecca de Mornay, es un sereno creador de canciones de voz profunda, adepto al budismo, que se rodea de voces femeninas, y hace el acabado de sus canciones más moderno y accesible sin renunciar a sus señas de identidad en las letras.


Cohen es imprevisible, austero, misterioso, errático (en la cima de su éxito decide ingresar en un monasterio budista… para descubrir dos años después que su agente ha estado dilapidando los beneficios de sus discos y vendiendo los derechos de sus canciones a sus espaldas), y admirador de Lorca (el nombre de su hija) y el flamenco, como demostró en su discurso de aceptación de su premio Príncipe de Asturias.

Simmons da cuenta de la vida y obra de Cohen en un minucioso relato que permite conocer de primera mano, dado que el propio artista ha prestado su colaboración en todo momento, la vida y milagros del célebre autor de Hallelujah. Sus viajes, sus amores, sus contactos de todo tipo con grandes artistas de varias generaciones (desde Jimi Hendrix a Janis Joplin, Dylan o Joni Mitchell, hasta Rufus Wainwright y tantos otros músicos de hoy, admiradores confesos), y sobre todo su obra: sus canciones, sus poemas, sus novelas.

Como suele suceder en las biografías anglosajonas, a veces abruma la profusión de datos y citas (y el libro es algo parcial, sin llegar a la hagiografía), pero el texto es ameno, dado que sorprende descubrir algunas facetas del Cohen más joven, y retrata bien la figura de uno de los grandes cantautores de los últimos 50 años.

viernes, 14 de septiembre de 2012

TSF: THOR (el grupo musical)

No es la primera vez que Rodeado de Papel se ocupa de la cuestión heavy (o similares), véase este ejemplo. Pero este espeluznante videoclip merece un visionado... el grupo es THOR, una banda de rock canadiense bastante cochambrosa. Con ustedes... ¡Thor! (Atención especial al batería, dándolo todo...)

miércoles, 4 de julio de 2012

RODEADO DE BRUCE presenta… BRUCE SPRINGSTEEN, de Magela Ronda

De Greetings from Asbury Park a la Tierra Prometida es el más reciente libro publicado en nuestro país sobre Bruce Springsteen. Coordinado por Magela Ronda, el volumen pasa revista a la gestación de cada disco del Boss y a las circunstancias que rodearon su creación: la formación de la E Street band, el éxito de Born to Run, los años difíciles previos a Darkness…, la confirmación con The River, la celebridad con Born in the USA, el bache de los años 90 y el glorioso retorno del Bruce de siempre con The Rising; y entre ellos, los discos menos "comerciales" de Bruce, como Nebraska o The Ghost of Tom Joad.

Este libro ha sido una agradable sorpresa. Ronda, una verdadera true believer de Springsteen, ha reunido a un amplio grupo de apasionados por el Boss de muy diversas procedencias, y ha dado forma a un libro que funciona tanto para el fan de toda la vida que desee conocer más cosas sobre Springsteen, o repasar muchas otras que ya conoce, como para profanos que quieran comprender el porqué de la inquebrantable devoción que Bruce provoca entre sus seguidores.

El acierto del libro es su impecable concepción. Repasando la carrera de Bruce de disco en disco, desde 1973 hasta la actualidad, cada capítulo está dividido en varias secciones fijas que permiten a las numerosas firmas que colaboran en el libro mostrar todo tipo de matices y detalles. Además, en el libro se acumulan historias personales, análisis en profundidad de canciones seleccionadas, anécdotas, opiniones sobre los discos y el devenir de la carrera del de Freehold, entrevistas... y por supuesto, se hace un repaso, gira a gira, de sus ya legendarias actuaciones en directo. Y naturalmente, todo ello se acompaña de multitud de fotografías, y se envuelve en un diseño de lo más claro, funcional y atractivo.

En resumen: todo un acierto.


domingo, 3 de junio de 2012

RODEADO DE BRUCE presenta... DONOSTI, 2012 (una crónica nada imparcial)

Foto: EL DIARIO VASCO
En los momentos en que arreciaba el aguacero que cayó sobre Anoeta durante buena parte del show, Bruce Springsteen, uno de los hijos predilectos de New Jersey, se mojó, literal y figuradamente. Durante tres horas de concierto en el cual las pausas, en conjunto, sumaron aproximadamente… cinco minutos, Bruce se creció mientras los relámpagos iluminaban el cielo sobre el escenario.

Incluso prescindiendo de canciones habituales, casi imprescindibles, como son The Promised Land, Darkness on the Edge of Town, The Rising y Thunder Road, incluso con la sentida ausencia de Clarence Big Man Clemons y Danni Federici… Bruce, anoche, volvió a vencer y convencer. El Boss gritó, rugió, chapoteó y corrió bajo la lluvia, después de abrir el concierto con la legendaria Who'll stop the rain de su admirado John Fogerty. Y después del himno tradicional de apertura de concierto en noches de lluvia para Bruce y la incombustible y reforzada para la ocasión E Street Band, llegaron como un tren de mercancías disparado We take care of our own y Wrecking Ball... inmediatamente seguidas de un engarce de lo viejo y lo nuevo formado por la inmensa The Ties that Bind, la reivindicativa Death to my hometown y una emocionante My City of Ruins (homenaje a Sam Cooke incluido) en la que Bruce presentó a la banda, incluidos los ausentes, a un público ya entregado.

Tras el primer respiro en aproximadamente media hora, arrancó Spirit in the Night con un arreglo de apertura soberbio, seguida por una telúrica Night y una estupenda sorpresa, en directo desde 1973: Does this bus stop at 82st Street?, que también pudimos escuchar en San Mamés en otra noche mágica. A estas alturas del show quedaban ya claras varias cosas. Bruce venía con ganas de mantener intacta su reputación; la banda sonaba estupendamente; el público estaba entusiasmado; el sonido, nunca perfecto en estadios, era bastante mejor que en su anterior actuación en Anoeta, más claro y menos retumbante; y el heredero y sobrino del Big Man, Jake Clemons, demostraba que no está en la banda por oportuno nepotismo y bordaba los solos de saxo.

Foto: EL DIARIO VASCO

Pero lo mejor estaba por llegar. La sensacional Jack of all trades daba paso a una tremenda Adam Raised a Cain, demostrando que Bruce sigue navegando por su amplio cancionero con brújula experta y absoluto control, y manteniendo una admirable unidad temática en el diseño de sus repertorios. Prove it all Night y She's the One, sobre todo esta última, acabaron de poner de pie a quien aún quedaba sentado, y el respetable rio y disfrutó de lo lindo a contiucación con el festival de bailoteo que se marcó Bruce en Working on the Highway.

Una Shackled and Drawn a puro voz en grito, rematada por Bruce con un aire gospel a dúo con una de las excelentes vocalistas negras incorporadas a la banda, Cindy Mizelle, dio paso a una divertidísima Waiting on a Sunny Day (con Bruce correteando detrás del chaval al que invitó a cantar el estribillo, ante la algarabía general por la soltura del crío). La primera parte del show se cerraba con una estupenda versión de Save My Love, uno de esos descartes que Bruce ha ido rescatando de lo que se quedó en el proceso de elaboración de sus discos; una escalofriante The River en la que Bruce se volcó y que el público acogió con pasión, y que dio paso a una tremenda pareja formada por Backstreets y Badlands, dos de las grandes piezas del Boss, ejecutadas de manera magistral, para culminar en la esperanzadora Land of Hope and Dreams, en su nuevo arreglo para Wrecking Ball.

Foto: EL DIARIO VASCO
Y después, en unos bises que como siempre arrancaron casi sin interrupción, Bruce concedió un breve respiro con Rocky Ground… una canción para corear y recuperar fuerzas para lo que se avecinaba. Y eso que mientras la lluvia volvía a aparecer, Bruce se desató por completo. "Are you ready!?" fue el grito furioso que dio paso a un impresionante Born in the USA que hizo temblar Anoeta (literalmente) y fue coreado bien alto por el respetable, seguido por el inmortal Born to Run y el festivalero Hungry Heart… Y entonces un sonriente y desatado Bruce atacó con una demoledora Seven Nights to Rock, que dio paso a Dancing in the Dark (con un impresionante aguante al saxo de Jake Clemons mientras el respetable se moría de risa con Bruce sacando a a bailar a unos cuantos chavales al escenario en la parte final)… y al habitual y siempre bienvenido numerito de Bruce desplomándose en un fingido "no puedo más" del que Steve Van Zandt le despertaba a golpe de esponja empapada en agua… para terminar con la inmortal Tenth Avenue Freeze-Out, donde el público aplaudió a rabiar el esperado homenaje al inmortal Clarence Clemons.

En resumen: impagable. Una noche soberbia… una vez más, y van seis, desde 1999, al menos para quien esto escribe. Un concierto fabuloso, a la altura de todas las expectativas, con un repertorio que recorre practicamente todas las décadas de la discografía de Springsteen. Un show lleno de energía entre audiencia y artista, en el que se vio a Bruce contento, entregado, frenético en algunos momentos, respaldado por una banda de postín (aunque se echó de menos un Because the Night, por ejemplo, para que Nils Lofgren pudiera lucir su virtuosismo guitarrero), y en el que los bises sonaron menos apresurados que en otras ocasiones.

Y como dijo anoche el mismo Bruce, en esa estrofa de Born in the USA que ha ido alterando con el paso de los años… "Forty years burning down the road / Nowhere to hide, nowhere to go". Sólo, una vez más, saltar al escenario… a vibrar y hacer vibrar al público, con sus clásicos de siempre, que son acogidos con rugidos del respetable, que siempre se atenúan un poco en el caso de las canciones "nuevas" de turno.

Como siempre, después de un concierto de Bruce, a estas alturas, queda la duda… ¿será el último gran show que disfrutaré(mos) de esta banda inigualable? Ni lo bueno ni lo malo dura para siempre. Al igual que en otras ocasiones, Bruce se despidió con un "We'll be seeing you"

Más fotos, crónicas y demás, en la página web de El Diario Vasco y en muchos otros lugares. Las canciones (cortesía del imprescindible blog de África Baeta):

1. Who’ll Stop The Rain
2. We Take Care of Our Own
3. Wrecking Ball
4. The Ties That Bind
5. Death to My Hometown
6. My City of Ruins
7. Spirit in the Night
8. Night
9. Does This Bus Stop at 82nd Street?
10. Jack of All Trades
11. Adam Raised a Cain
12. Prove It All Night
13. She’s the One
14. Working on the Highway
15. Shackled and Drawn
16. Waitin’ on a Sunny Day
17. Save My Love
18. The River
19. Backstreets
20. Badlands
21. Land of Hope and Dreams
22. Rocky Ground
23. Born in the U.S.A.
24. Born to Run
25. Hungry Heart
26. Seven Nights to Rock
27. Dancing in the Dark
28. Tenth Avenue Freeze-Out

viernes, 27 de enero de 2012

RODEADO DE PAPEL (sin dibujos) presenta… DAVID BOWIE: STARMAN

Tenía muchas ganas de leer la biografía de uno de los músicos más interesantes del pasado siglo: David Bowie, nacido Jones, fue un niño de extracción humilde en Brixton, cuya pasión por la música le llevó a convertirla, desde muy joven, en su mayor obsesión, su pasión y su profesión. Starman, la biografía escrita por Paul Trynka repasa su vida y milagros a través de mil y una entrevistas con numerosas personas.

Así, conocemos su primer gran éxito, la inmortal Space Oddity, que compensaba un primer disco que pasó bastante desapercibido; su metamorfosis en Ziggy Stardust, dando carta de naturaleza al glam junto a Marc Bolan y creando canciones inolvidables como Starman, Five Years, The Man who sold the World...; su primera gira por EE.UU.; su relación con otras estrellas de aquellos años, como Lou Reed o Iggy Pop, y su amistad con John Lennon; su devastadora adicción a la cocaína, que marca su época de R&B con éxitos como Young Americans; su época "gigante", con grandes éxitos comerciales y mastodónticas giras que acaban casi totalmente con su creatividad; sus pinitos cinematográficos en filmes como Feliz Navidad, Mr Lawrence, Dentro del Laberinto…; y su época más madura, donde experimenta con Tin Machine, colabora con Trent Reznor, se casa con la modelo somalí Iman

Entretanto, Paul Trynka nos relata también los avatares de su azarosa vida privada, que sin caer en los conocidos excesos autodestructivos de otras estrellas de rock, tampoco es un camino de rosas, en algunas ocasiones. Su primer matrimonio, sus amistades, sus colaboradores… Productores, intérpretes y músicos como Brian Eno o Mick Ronson dejan huella en su andadura musical, a la vez que sus colaboraciones con Bowie marcan el punto álgido de las respectivas carreras de casi todos ellos.

El retrato de Bowie trata de ser lo más imparcial posible, y nos presenta a un músico con un agudo sentido del espectáculo, una gran confianza en su carisma y magnetismo, unas peculiares maneras de afrontar la grabación en estudio, un artista en constante evolución: a veces hacia auténticos monumentos musicales, a veces hacia adocenadas y facilonas composiciones de las cuales el propio artista se arrepiente posteriormente.

Y así hasta la actualidad, en la cual, desde el virtual retiro tras una última gira durante la cual sufrió un ataque cardiaco, contempla su legado, con su hijo Duncan convertido en director de éxito (Código Fuente, Moon…), y con una huella musical de enorme importancia que ha servido de inspiración a numerosas figuras musicales de hoy.

Todo ello en unas 600 páginas que se leen con fluidez, que no abusan de la acumulación de datos y que además incluyen una sección final que desglosa lo más interesante de cada disco de Bowie. En resumen: un libro de lo más interesante, para fans irredentos del artista (como el que suscribe) y para cualquier persona interesada en saber más de uno de los grandes iconos musicales del siglo XX.

Y para terminar… naturalmente, Starman, Starman, Starman...

domingo, 6 de abril de 2008

¡Willy DeVille está vivo!


Y mejor aún: tiene nuevo disco, Pistola, que suena estupendo. Soy fan de Willy DeVille desde los tiempos de su Backstreets of Desire (que fue cuando se hizo popular en nuestro país, con aquel aspecto de Capitán Garfio decadente y ajado que se gastaba por entonces...), y desde entonces he ido descubriendo su etapa "Mink DeVille" y siguiendo con interés sus cada vez más espaciadas nuevas entregas discográficas.
Tras Accoustic Trio in Berlin, excelente doble grabado en directo, y tras el anterior álbum de estudio, el dellicioso Crow Jane Alley, el viejo Willy vuelve con un disco vigoroso, seco y corto, con los habituales aires de soul y blues que le caracterizan. ¡Estupenda noticia! Que el santo patrón de los ex-politoxicómanos (si hay que creerle, dice que ya no se droga...) le conserve el talento muchos años...